La amistad en el bosque encantado



En un hermoso bosque, vivía un árbol muy especial llamado Raúl. Raúl era un árbol grandote y fuerte, con ramas llenas de hojas verdes y frondosas.

A Raúl le encantaba cuidar a los animales del bosque y ayudar a todos los seres vivos que habitaban en él. Un día, mientras Raúl estaba descansando bajo el sol, una semilla cayó cerca de sus raíces.

El árbol notó que esa semilla era diferente a las demás; parecía brillar con una luz especial. Sin pensarlo dos veces, Raúl decidió plantar la semilla en su tierra fértil y regarla con mucho cariño. Días pasaron y la semilla comenzó a crecer rápidamente.

Pronto, se convirtió en una casa pequeña pero acogedora. Dentro de ella vivía Hoja, una hojita simpática y curiosa que siempre estaba dispuesta a explorar el bosque y hacer nuevos amigos.

Un día soleado, mientras Hoja jugaba afuera de su casa, escuchó un rugido proveniente del otro lado del bosque. La pequeña hojita se asustó al principio, pero recordó lo valiente que era su amigo Árbol y decidió ir en busca del origen del ruido.

Al adentrarse en el bosque, Hoja descubrió a León, un imponente felino con melena dorada que tenía una pata lastimada. Sin dudarlo ni un segundo, Hoja se acercó a León para ofrecerle ayuda. "Hola León, ¿estás bien? Veo que tienes una pata lastimada", dijo Hoja con voz amable.

León miró a Hoja con sorpresa y gratitud en sus ojos. Nunca antes había conocido a alguien tan valiente como aquella hojita diminuta que se le acercaba sin miedo alguno. "Gracias por tu preocupación, pequeña amiga.

Me llamo León y me lastimé la pata al caerme de un tronco", respondió el gran felino con voz grave pero amigable.

Hoja no dudó ni un segundo en ayudar a León; buscó algunas hierbas medicinales cercanas para aliviar el dolor de su pata herida e incluso le ofreció quedarse en la casa construida por Árbol para descansar hasta recuperarse por completo.

Los días pasaron y durante ese tiempo Hoja cuidó amorosamente de León; le contaba historias sobre las aventuras en el bosque e incluso lo hacía reír con sus ocurrencias divertidas. La amistad entre ellos creció cada día más fuerte hasta convertirse en inseparables compañeros de vida.

Finalmente, llegó el día en que León pudo levantarse sin sentir dolor alguno en su pata gracias al cuidado dedicado de Hoja. Con lágrimas de emoción en los ojos, el imponente felino abrazó tiernamente a la valiente hojita verde antes de despedirse para emprender su camino hacia nuevas aventuras por el bosque.

"Gracias por todo lo que has hecho por mí, querida amiga Hoja. Nunca olvidaré tu bondad y valentía", expresó León con sinceridad antes de alejarse entre los árboles del bosque.

Hoja observaba cómo León se iba sintiéndose feliz por haber podido ayudarlo cuando más lo necesitaba gracias al valor inspirador que aprendió junto a su amigo Árbol.

Desde ese día entendió que no importa cuán pequeños o grandes seamos; siempre podemos marcar la diferencia si actuamos desde el corazón con bondad hacia los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!