La amistad en la cancha


Era un día soleado y Jorge estaba emocionado por jugar al fútbol con su amigo Juan en el parque. Habían quedado en encontrarse a las 3 de la tarde y no veía la hora de llegar.

Al llegar al parque, Jorge vio a Juan esperándolo con una sonrisa en el rostro. Se saludaron efusivamente y comenzaron a calentar antes de empezar el partido.

- ¡Vamos, Jorge, hoy te voy a ganar! - dijo Juan mientras pateaba la pelota hacia él. - ¡Ja ja, vamos a ver quién es el que gana! - respondió Jorge riendo. Comenzaron a jugar y se dieron cuenta de que eran muy parejos.

Ambos tenían habilidades diferentes: Jorge era rápido y hábil driblando, mientras que Juan tenía un gran remate al arco. El partido estaba emocionante, con jugadas increíbles por parte de los dos amigos.

En un momento dado, Jorge hizo una jugada espectacular y logró anotar un golazo que dejó boquiabierto a Juan. - ¡Qué golazo, amigo! Eso estuvo increíble - exclamó Juan sorprendido. - Gracias, pero todavía queda mucho partido por delante - respondió humildemente Jorge.

La competencia seguía reñida hasta que llegó el momento decisivo: estaban empatados 4-4 y solo faltaba un minuto para que terminara el tiempo reglamentario. Juan tomó la pelota y comenzó a correr hacia el arco contrario con toda su velocidad. Estaba decidido a anotar el gol ganador.

Sin embargo, cuando estaba a punto de disparar, tropezó con una piedra y cayó al suelo aparatosamente. Jorge se acercó rápidamente para ver si su amigo estaba bien. A pesar de la caída, Juan se levantó con una sonrisa en el rostro.

- No importa, amigo. Lo importante es que estamos bien. ¿Estás listo para los penales? - preguntó Juan con optimismo. - Claro que sí. Vamos a definir esto como verdaderos campeones - respondió Jorge animadamente.

Los dos amigos se prepararon para definir el partido desde los penales. Fue una tanda emocionante donde ambos demostraron sus habilidades futbolísticas al máximo nivel.

Finalmente, fue Jorge quien logró convertir el penal decisivo y así ganarle a Juan en un partido inolvidable. Ambos se abrazaron al finalizar el juego, felices por haber compartido ese momento juntos más allá del resultado final del partido.

Desde ese día aprendieron que lo importante no era ganar o perder, sino disfrutar del juego y valorar la amistad que tenían.

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