La amistad en la peluquería


Había una vez en el barrio de San Telmo, una peluquera llamada Antonia. Era conocida por todos los vecinos como "Antonia peluquera mí amor" porque siempre trataba a sus clientes con mucho cariño y dedicación.

Un día, llegó al salón de Antonia un niño llamado Pedro. Tenía el cabello muy largo y desordenado, pero no quería cortárselo porque tenía miedo de que le doliera.

Antonia lo recibió con una sonrisa y le preguntó:- ¿Qué te trae por aquí, mi amor? - Quiero cortarme el pelo pero tengo miedo -respondió Pedro tímidamente. - No te preocupes, yo te prometo que no te va a doler nada -le aseguró Antonia mientras lo hacía sentar en la silla del salón.

Comenzó a peinar suavemente el cabello de Pedro mientras le contaba historias divertidas sobre otros niños que también habían tenido miedo al peluquero. Poco a poco, Pedro fue relajándose y dejando que Antonia cortara su cabello sin temor alguno.

Cuando terminaron, Pedro se miró en el espejo y no podía creer lo bien que se veía con su nuevo corte de pelo.

Le dio las gracias a Antonia y se fue corriendo hacia su casa para mostrarle a su mamá cómo había quedado. A partir de ese día, Pedro comenzó a ir regularmente al salón de Antonia para mantener su corte de pelo impecable.

Y cada vez que iba, ella le contaba nuevas historias e incluso le enseñaba algunos trucos para peinarse él mismo en casa. Pero un día, Pedro llegó al salón con una noticia triste. Su familia iba a mudarse a otro barrio y no volvería a ver a Antonia con tanta frecuencia.

Antonia lo abrazó y le dijo:- No te preocupes, mi amor. Siempre te recordaré como uno de mis clientes más valientes y especiales. Y aunque no nos veamos tanto, siempre podrás contar conmigo si necesitas algo.

Pedro se fue del salón sintiéndose un poco triste por tener que dejar atrás a Antonia peluquera mí amor. Pero también se sentía feliz de haber conocido a alguien tan amable y generoso como ella.

Unos años después, Pedro volvió al barrio de San Telmo para visitar a su familia y decidió pasar por el antiguo salón de Antonia. Para su sorpresa, encontró allí un cartel que decía: "Antonia peluquera mí amor - ahora en mi propia peluquería".

Pedro entró emocionado y encontró a Antonia trabajando en su nuevo salón. Ella lo reconoció inmediatamente y lo recibió con los brazos abiertos. - ¡Mi querido Pedro! ¿Cómo estás? -le preguntó mientras le daba un fuerte abrazo.

- Estoy bien, gracias -respondió Pedro sonriendo-. Vine para felicitarte por tu nueva peluquería. Se ve increíble. - Muchas gracias, mi amor -dijo Antonia orgullosa-. Y tú siempre serás bienvenido aquí para que te haga un buen corte de pelo.

Pedro se sentó en la silla del salón mientras Antonia comenzaba a peinar su cabello. Y mientras lo hacía, le contó nuevas historias divertidas y le enseñó algunos trucos para mantener su cabello sano y brillante.

Pedro se fue del salón sintiéndose feliz de haber reencontrado a Antonia peluquera mí amor. Sabía que aunque la vida los hubiera llevado por caminos diferentes, siempre habría un lugar especial en su corazón para ella.

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