La Amistad en Tiempos de Novios



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, dos amigas inseparables, Sofía y Valentina. Desde que eran chiquitas, habían compartido todo, desde juegos hasta sueños. Pero un día, la vida de Sofía cambió cuando conoció a Mateo, un chico divertido y carismático que se convirtió en su novio.

- ¡Hola, Valen! Mirá, te presento a Mateo - dijo Sofía emocionada.

- ¡Encantada! - respondió Valentina, sonriendo, aunque dentro de ella había un pequeño nudo. No sabía cómo sería su amistad a partir de ahora.

Mientras pasaban los días, Sofía se pasaba más tiempo con Mateo, y Valentina comenzó a sentirse sola. Un día, decidió hablar con su amiga.

- Sofía, me preocupa que no pasemos tanto tiempo juntas como antes...

- ¡Ay, Valen! No quiero que te sientas así, pero estoy muy feliz con Mateo. Estoy segura de que podemos seguir viendo a los dos - aseguró Sofía, sin percibir el brillo de tristeza en los ojos de Valentina.

Con el tiempo, Sofía parecía más ausente. Valentina se encontraba sola en los recreos y en las actividades del barrio. Una tarde, decidió enfrentarse a sus sentimientos y le llevó a Sofía una carta.

- ¿Qué es esto? - preguntó Sofía al abrir el sobre.

- Es una carta sobre cómo me siento. Creo que nuestra amistad se está desvaneciendo, y la extraño - Valentina habló con el corazón en la mano.

Sofía se quedó en silencio. Se dio cuenta de que su relación con Mateo no debía hacer que su amistad se sintiera menos especial.

- Valen, tenés razón. Debo encontrar un equilibrio y no dejar que mi relación me aleje de lo que más quiero - contestó, con los ojos llenos de sinceridad.

Así, Sofía decidió invitar a Mateo a pasar un día con Valentina. A primera vista, orgullosa de su idea, pensó que todo sería perfecto, pero lo que pasó la sorprendió.

- ¡Hola, Valentina! ¡Mirá que bien que lo pasamos! - dijo Sofía.

- ¡Hola, Mateo! - afirmó Valentina, con una sonrisa nerviosa.

La convivencia de los tres fue algo complicado. Mateo no sabía cómo interactuar con Valentina y pronto comenzaron a surgir malentendidos entre ellos.

- Sofía, creo que no entiendo a Valentina - confesó Mateo una vez que se sintieron solos.

- Puede ser que haya que conocernos más. ¡Vamos a jugar a algunos juegos! - sugirió Sofía.

El trío jugó durante horas, y poco a poco, Mateo y Valentina comenzaron a encontrar cosas en común. A medida que avanzaba la tarde, la barrera que los separaba parecía desaparecer.

- ¡Esto está divertido, somos un buen equipo! - rió Valentina mientras ganaban un juego de mesa.

- ¡Sí, nunca lo había pensado! - dijo Mateo, evidentemente más relajado.

Con el tiempo, Valentina se dio cuenta de que no había motivos para sentirse mal por la relación de Sofía con Mateo. En vez de separarse, su amistad se convirtió en una hermosa conexión a tres. Los tres pasaban horas juntos, riéndose, compartiendo ocurrencias y sueños.

La historia dio un giro inesperado, y Valentina le propuso a Sofía una idea interesante.

- ¿Qué tal si hacemos una fiesta, y los invitamos a todos? Así podemos compartir a Mateo con todo el grupo de amigos - sugirió.

- ¡Es una excelente idea! - exclamó Sofía, emocionada.

Y así, el trío comenzó a organizar la mejor fiesta del año, donde todos pudieron ser parte de sus historias. Aprendieron que el amor entre amigos y parejas no es competitivo ni limitado; al contrario, ¡puede ser ampliado!

Al finalizar la fiesta, Sofía, Valentina y Mateo se sentaron en el jardín y observaron las estrellas que comienzan a brillar en el cielo.

- Me alegra que podamos compartir esto juntos. La amistad y el amor no se quitan, se suman - dijo Sofía emocionada.

- Sí, y es increíble lo mucho que podemos disfrutar juntos - añadió Mateo con una gran sonrisa.

Así, las tres almas entrelazadas vivieron felices, siempre recordando que la comunicación y la comprensión son claves para no perder nunca lo que más importa: la amistad.

FIN.

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