La amistad entre la luna y el sol



Había una vez en el cielo un enigmático y brillante sol que iluminaba cada rincón de la Tierra. Junto a él, vivía la hermosa y misteriosa luna.

A pesar de compartir el mismo cielo, la luna y el sol nunca habían intercambiado una palabra. La luna, con sus brillantes reflejos plateados, admiraba en silencio al sol, pero sabía que eran completamente diferentes.

Un día, la luna decidió que quería ser amiga del sol.

Ella sabía que eran opuestos, pero sentía en su corazón que juntos podrían complementarse. Decidida a lograr su objetivo, la luna comenzó a acercarse al sol todas las noches, aunque la luz cegadora del sol la asustaba un poco. "Hola, sol", murmuró tímidamente la luna.

"Hola, luna", respondió el sol en voz baja. A pesar de sus diferencias, ambos se sentían curiosos el uno por el otro. Así que continuaron charlando cada noche, compartiendo historias sobre sus experiencias en el cielo.

Pero un día, una nube oscura se interpuso entre la luna y el sol, impidiendo que pudieran verse. La luna estaba triste y preocupada. En ese momento, el sol envió pequeños rayos de luz a través de la nube, iluminando el camino de la luna.

"No te preocupes, luna. Siempre estaré aquí para iluminar tu camino, incluso cuando no puedas verme", dijo el sol con calidez. La luna se emocionó al escuchar estas palabras y juntos esperaron pacientemente a que la nube se alejara.

Con el paso del tiempo, la luna y el sol se volvieron inseparables. A pesar de sus diferencias, aprendieron a apreciar y respetar el brillo y la calidez que cada uno aportaba al cielo.

Juntos traían belleza y equilibrio a la Tierra, cada uno brillando en su momento y compartiendo su luz con el mundo. La luna y el sol demostraron que, a pesar de ser opuestos, podían complementarse y formar una hermosa amistad que iluminaría el cielo para siempre.

FIN.

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