La Amistad Imposible



En un frondoso bosque, donde los árboles susurraban y el viento era un canto, vivía un conejo llamado Bibi. Bibi era un conejito muy curioso, siempre dispuesto a explorar y a hacer amigos. Sin embargo, había un lugar del bosque que evitaba: la zona donde vivía Loba, una niña que tenía la apariencia de un lobo, con grandes ojos y orejas puntiagudas. Loba había sido rechazada por los otros animales del bosque porque la consideraban diferente.

Un día, mientras Bibi oleajeaba por un sendero lleno de flores, decidió aventurarse un poco más allá de lo habitual. Sin saberlo, había cruzado la línea que dividía su hogar del territorio de Loba.

- ¿Hola? - dijo Bibi, al darse cuenta de que estaba perdido.

Loba, que estaba sentada en una roca cercana, levantó la vista y le sonrió.

- Hola, pequeño conejito. No esperaba ver por aquí a alguien como vos.

Bibi quedó sorprendido, no solo por la sonrisa de Loba, sino también por cómo se había expresado. - ¿Como yo?

- Sí, los demás animales suelen evitarme por mi apariencia. Pero yo solo quiero tener amigos - respondió Loba, bajando la mirada.

Bibi sintió una punzada en el corazón. - Yo también quiero amigos. ¿Pero, por qué no vienen a jugar contigo?

- Tal vez porque tengo un aspecto muy extraño… - dijo Loba, encogiéndose de hombros. Sin embargo, algo en la manera en que Bibi la miraba le hizo sonreír de nuevo.

Después de un rato de charla, Bibi decidió que era hora de jugar. - ¡Hagamos una carrera!

- ¡Pero vos sos más rápido que yo! - exclamó Loba, insegura.

- No importa, lo importante es que juguemos juntos - insistió Bibi, con una gran sonrisa.

Así que ambos se prepararon y, para sorpresa de Loba, disfrutaron de su carrera. Rieron, saltaron y corrieron de un lado a otro, olvidando por completo las diferencias que los separaban. Era un momento de pura alegría.

Sin embargo, cuando regresaron al claro, se encontraron con un grupo de animales del bosque, incluidos algunos de los que antes habían rechazado a Loba. Se pararon en seco al ver a Bibi y a Loba jugando juntos. - ¿Qué está pasando aquí? - murmuró un ciervo, frunciendo el ceño.

Loba se sintió nerviosa, mientras Bibi se plantó frente a ella. - ¡Estamos jugando! ¿Por qué debería ser un problema?

- No debería, pero la apariencia de Loba… - comenzó a decir un zorro.

Loba, asustada, se dispuso a irse cuando Bibi la detuvo. - Esperen, por favor. A veces, lo que parece diferente puede ser algo hermoso. Loba es la mejor compañera de juegos que podría tener.

Los animales comenzaron a murmurar entre sí, mirando a Loba como si fuera una extraña. - Pero, es tan…

- ¡Diferente! – interrumpió Bibi. - Sí, es diferente, pero eso no significa que sea mala. Todos tienen algo especial que ofrecer.

Los animales se quedaron en silencio, reflexionando sobre las palabras de Bibi. Por primera vez, comenzaron a ver a Loba desde una nueva perspectiva.

- Tal vez deberíamos darle una oportunidad - dijo una tortuga, rompiendo el silencio.

- Sí, jugar es más divertido con amigos, sin importar cómo te veas - agregó el ciervo, finalmente sonriendo.

Bibi sonrió lleno de esperanza, y Loba se asombró.

De a poco, los animales se acercaron a Loba. - Hola, ¿querés jugar con nosotros? - preguntó el zorro, un poco tímido.

- Claro, me encantaría - contestó Loba, radiante.

Desde ese día, la amistad entre Bibi, Loba y los otros animales del bosque floreció. Aprendieron que las diferencias son lo que hacen único a cada uno y que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados.

Y así, el bosque se llenó de risas, alegría y un verdadero sentido de comunidad, donde cada uno podía ser aceptado tal como era. Y todo gracias a un conejito que decidió mirar más allá de las apariencias.

FIN.

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