La amistad inesperada


Anita era una niña aventurera y curiosa que le encantaba explorar el bosque de su pueblo. Un día, mientras caminaba por el sendero del bosque, se topó con un pequeño duende que la miró fijamente.

- Hola Anita, ¿qué haces aquí? - preguntó el duende con una sonrisa malvada. Anita se sintió un poco asustada al ver al duende, pero decidió mantenerse valiente. - Estoy explorando el bosque - respondió ella en voz alta.

El duende soltó una risa burlona y dijo:- Este bosque es mío y yo decido quién puede entrar o salir. Y tú no estás invitada. Anita comenzó a retroceder lentamente cuando de repente escuchó un fuerte rugido detrás del duende.

Era un enorme oso que estaba acercándose rápidamente hacia ellos.

Sin pensarlo dos veces, Anita agarró al duende de la mano y lo arrastró corriendo detrás de ella mientras gritaba:- ¡Corre! ¡Tenemos que escapar del oso! Los tres corrieron a toda velocidad tratando de encontrar un lugar seguro para esconderse. Finalmente llegaron a una cueva donde pudieron refugiarse hasta que el peligro había pasado.

Una vez dentro de la cueva, Anita volteó hacia el duende y le preguntó:- ¿Por qué eres tan malvado? Si hubieras sido amable desde el principio, podríamos haber sido amigos. El duende bajó la cabeza avergonzado y respondió:- Siempre he sido así porque nunca nadie me ha tratado bien.

Pero tú me salvaste la vida y me hiciste ver que puedo cambiar. Anita sonrió y le tendió la mano al duende. - Vamos a ser amigos - dijo ella con una gran sonrisa en su rostro.

Desde ese día, Anita visitaba regularmente el bosque para jugar con su nuevo amigo el duende. Y aunque el oso seguía siendo un peligro constante en el bosque, ellos sabían que podían contar uno con el otro para escapar de cualquier situación difícil.

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