La Amistad Inquebrantable de Lian y Mia



Había una vez, en un pequeño barrio de la ciudad de Buenos Aires, dos niños llamados Lian y Mia. Aunque venían de familias diferentes, había algo mágico en su nacimiento: ambos habían llegado al mundo el mismo día. Desde pequeños, jugaron juntos en el parque, compartiendo risas, juegos y secretos. Los niños del barrio pasaban horas observándolos, maravillados por la profunda conexión que tenían.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano, Lian y Mia encontraron un misterioso árbol con una corteza brillante muy particular. Su curiosidad los llevó a tocarlo. Al instante, el árbol comenzó a brillar aún más, y fue entonces cuando escucharon una voz suave que decía:

"Soy el Guardián de la Amistad. Ustedes tienen una conexión especial, y si usan ese lazo para hacer el bien, ¡podrán lograr cosas increíbles!"

Lian se miró a los ojos con Mia, llenos de asombro, y preguntó:

"¿Qué significa eso?"

"Significa que debemos hacer algo bueno juntos, algo que haga feliz a los demás, ¿no crees?" respondió Mia entusiasmada.

Decididos, los niños comenzaron a pensar en cómo podían ayudar a su comunidad. Investigaron y se dieron cuenta de que muchos vecinos necesitaban ayuda para cuidar sus jardines. Entonces exclamaron:

"¡Podemos organizar un día de jardinería!"

Así que, esa tarde se fueron de casa, llenos de energía y con un gran plano en las manos. Al llegar al parque, hablaron con otros niños y se contagiaron con su entusiasmo.

Sin embargo, mientras planeaban, conocieron a un grupo de chicos que se reían de ellos. Uno de ellos, un niño llamado Nico, se acercó y dijo:

"¿Ustedes creen que van a cambiar el mundo con un simple día de jardinería?"

Lian y Mia se sintieron heridos por el comentario, pero en lugar de rendirse, decidieron demostrar que sí era posible.

"Tal vez no cambiemos el mundo, pero podemos hacer que nuestra comunidad sea un lugar más bonito y feliz”, dijo Lian con determinación.

Durante los días siguientes, Lian y Mia participaron en escuelas y hogares, invitando a todo el barrio a su evento. Cuando llegó el día, múltiples familias se presentaron con herramientas, plantas y muchas ganas de trabajar juntos.

El ambiente era alegre y festivo. Mientras plantaban flores y árboles, los niños comenzaron a ver cómo la comunidad se unía, y se dio cuenta de que no necesitaban la aprobación de Nico o de nadie más.

"¡Mira, los vecinos están disfrutando!" dijo Mia emocionada, mientras llenaban el lugar de colores.

"Sí, lo estamos logrando!" respondió Lian, con una sonrisa en el rostro.

Poco a poco, el grupo de niños que al principio menospreciaba su esfuerzo fue acercándose. Nico, al ver la alegría de los demás, se sintió conmovido y se acercó a ellos.

"Hey, ¿puedo ayudar también?" preguntó nervioso.

Lian y Mia lo miraron con sorpresa, pero decidieron no dudarlo.

"¡Claro! Cuantos más, mejor!" dijo Mia.

Nico se unió y, poco a poco, todos los chicos se pusieron a trabajar juntos, creando un ambiente de amistad y cooperación. Cada uno aportó lo suyo, incluso su entusiasmo contagioso. Al final del día, todos se sentaron alrededor de una mesa, disfrutando de un pic-nic que había llevado Mia, mientras contemplaban el parque lleno de flores y risas.

"¡Este es el mejor día de mi vida!" gritó uno de los niños.

"¿Saben qué? Podríamos hacer esto más seguido!" sugirió Lian.

Así, el árbol brillante se convirtió en el símbolo de una hermosa amistad. Lian y Mia habían aprendido que la verdadera amistad no solo celebra los momentos felices, sino que también enfrenta las dificultades y se refuerza al ayudar a otros. Al final, Nico se acercó a ellos y, con voz sincera, dijo:

"Perdón por dudar de ustedes. Esto fue increíble. Gracias por mostrarnos lo que puede lograr la amistad."

De esa manera, los corazones de todos se unieron en una gran amistad. El Guardián de la Amistad observaba con orgullo mientras los niños jugaban, compartiendo risas y sueños, sabiendo que habían hecho del mundo un lugar un poco más bonito con su bondad y esfuerzo.

Así, cada vez que el sol brillaba sobre ellos, recordaban que no solo habían plantado semillas en la tierra, sino que también habían cultivado la semilla de la amistad en sus corazones.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!