La amistad mágica
Había una vez, en un lejano y mágico lugar, una bruja buena llamada Agustina. Agustina era conocida por su bondad y sabiduría, siempre dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaban.
Vivía rodeada de hermosas flores y árboles encantados que bailaban al ritmo del viento. Un día, mientras Agustina paseaba por el bosque, se encontró con un hada buena llamada Luciana. Luciana tenía alas brillantes y radiantes que desprendían destellos de colores cuando volaba.
Las dos se hicieron amigas inmediatamente y decidieron explorar juntas el misterioso castillo que se encontraba en Australia. Mientras tanto, en ese mismo castillo vivía un príncipe llamado Nicolás.
Era valiente y generoso, pero estaba triste porque no podía encontrar el amor verdadero. Soñaba con una princesa que lo aceptara tal como era. Un día soleado, Agustina y Luciana llegaron al castillo junto a Nicolás. El príncipe quedó maravillado con la belleza de las visitantes y les ofreció su hospitalidad.
Mientras recorrían los pasillos del castillo, escucharon un extraño ruido proveniente del sótano. Al bajar las escaleras, descubrieron a un dragón bueno llamado Ignacio.
Ignacio estaba preocupado porque había perdido su fuego mágico para calentar sus huevos recién puestos. Sin él, los huevitos no podrían eclosionar correctamente. Agustina pensó rápidamente en una solución para ayudar al dragón: "¡Luciana, podrías usar tu magia para encender una pequeña llama en el nido de Ignacio!", exclamó la bruja.
Luciana asintió y con un toque de su varita mágica, creó una chispa que iluminó el nido del dragón. El fuego volvió a brillar y los huevitos comenzaron a calentarse. Ignacio estaba emocionado y agradecido por la ayuda recibida.
Para mostrar su gratitud, ofreció llevar a Agustina, Luciana y Nicolás a dar un paseo por los cielos. Y así fue como volaron junto al dragón sobre las montañas y océanos, rodeados de aves coloridas que cantaban melodías hermosas.
Mariposas multicolores bailaban alrededor de ellos, creando un espectáculo mágico que llenaba sus corazones de alegría. Finalmente, regresaron al castillo donde celebraron con una gran fiesta llena de música y risas.
En medio de la celebración, Nicolás se encontró con una hermosa princesa llamada Valentina. Ambos se miraron a los ojos y supieron que habían encontrado el amor verdadero.
Agustina sonrió satisfecha al ver cómo todos habían encontrado lo que buscaban: el dragón tenía su fuego mágico nuevamente, Nicolás encontró el amor y ella había hecho nuevos amigos maravillosos en su aventura. Desde aquel día en adelante, Agustina, Luciana, Ignacio y Nicolás vivieron felices para siempre compartiendo sus dones especiales con quienes más lo necesitaban.
Y cada vez que alguien necesitaba ayuda o un poco de magia en su vida, sabían que podían contar con ellos.
Y así, querida niña, esta historia nos enseña que la amistad y el amor verdadero son los ingredientes mágicos que pueden hacer realidad los sueños más maravillosos. Ahora cierra tus ojitos y sueña con aventuras llenas de magia y bondad. Descansa bien, mi pequeña estrella brillante.
FIN.