La Amistad que Brilló



Había una vez en un pequeño pueblo una nena llamada Clara. Clara era una niña muy alegre y cariñosa, pero había algo que la entristecía: en la escuela, algunas compañeras la hacían blanco de burlas. Un grupo de chicas, lideradas por una niña llamada Sofía, siempre se reía de ella, le decían cosas desagradables y la ignoraban en los juegos.

"Mirá a Clara, siempre está sonriendo. ¿Quién se cree?" - decía Sofía, mientras las otras se reían.

Clara no entendía por qué la trataban así. Ella iba a la escuela con ganas de aprender y de hacer nuevos amigos. Sin embargo, cada vez que veía a Sofía y a sus amigas, su corazón se llenaba de tristeza.

Sofía, por otro lado, era una niña que, aunque tenía muchas cosas, se sentía sola. En su casa, sus padres estaban siempre ocupados y nunca le prestaban atención. Por eso, a veces, sentía envidia de Clara, quien parecía tener tanto amor y cariño a su alrededor.

Un día, Clara decidió que no iba a dejar que el bullying la afectara. Recordó todo el amor que recibía de sus padres y sus amigos y pensó que podía compartir esa felicidad con otras personas, incluso con Sofía.

Así que un jueves, cuando las risas de Sofía y su grupo resonaban en el aula, Clara se acercó con una gran sonrisa.

"Hola, Sofía. ¿Te gustaría jugar a la pelota en el recreo?" - le preguntó.

Sofía, sorprendida, miró a Clara con desdén.

"¿Por qué querría jugar contigo, Clara?" - respondió.

"Porque la pelota es muy divertida y siempre hay lugar para más jugadores. Además, creo que podrías disfrutarlo" - insistió Clara.

Esa tarde, después de unas horas de silencio, Sofía se dio cuenta de que sus amigas no eran verdaderas amigas y que, tal vez, Clara tenía razón. Entonces decidió darle una oportunidad.

Al siguiente día, cuando el timbre sonó, Sofía se acercó a Clara.

"Hola, Clara. ¿Me enseñás a jugar a la pelota?" - dijo tímidamente.

Las dos, con un poco de renuencia al principio, comenzaron a jugar. Para sorpresa de ambas, se divirtieron mucho.

Después de algunas semanas, Sofía y Clara comenzaron a jugar juntas casi todos los días, e incluso las amigas de Sofía fueron uniéndose al grupo.

"Quizás lo que realmente necesitaba era una amiga" - pensó Sofía mientras disfrutaba con Clara y las demás.

Un día, mientras jugaban, Sofía se sinceró.

"La verdad es que te tenía envidia, Clara. En mi casa, a veces siento que no soy suficiente. Pero vos siempre estás sonriente y, a veces, me duele pensarlo" - explicó.

Clara la miró con comprensión.

"Sofía, todos tenemos momentos difíciles. Pero lo importante es que siempre podemos buscar nuevas formas de ser felices. ¿Por qué no venís a jugar a casa algún día? Podemos hacer una merienda y divertirnos juntas" - propuso Clara.

Sofía sintió una calidez en su corazón y aceptó la invitación. Al llegar a casa de Clara, fue recibida con abrazos y risas. Su madre también la recibió con una sonrisa, y eso hizo que Sofía se sintiera especial.

A partir de ese día, las dos se volvieron inseparables. Comenzaron a pasar tiempo juntas, a compartir sus sueños, sus miedos, y a aprender la importancia de la amistad.

Las malas palabras y las burlas de la escuela se convirtieron en risas, risas que llenaron el aire del patio. Clara y Sofía se dieron cuenta de que juntas podían hacer grandes cosas. Con el tiempo, Sofía se disipó la envidia y comenzó a disfrutar de la amistad sincera.

En el camino, también aprendieron que, a veces, lo que necesitamos es un poquito de comprensión y amor para superar las dificultades.

Ahora, Clara y Sofía son grandes amigas y se apoyan mutuamente, ¡y la felicidad se contagia en su escuela! Las otras chicas, al ver la unión de ambas, comprendieron que el bullying no lleva a nada bueno, y se unieron para promover la amabilidad y la amistad, creando un ambiente donde cada uno puede ser quien realmente es.

Y así, Clara y Sofía demostraron que, con amor y sinceridad, se pueden superar los desafíos y formar lazos que brillan con fuerza en el corazón. Porque, al final del día, todos merecemos un lugar en el mundo para ser felices arropados por amigos que nos quieren.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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