La amistad que nos hace felices
Lucas era un niño muy alegre y extrovertido. Le encantaba jugar con sus amigos, devorar deliciosas hamburguesas y compartir cada momento con mamá y papá. Sin embargo, un día su papá tuvo que separarse de la familia por cuestiones de trabajo y Lucas se sintió muy triste. A pesar de tener a su mamá a su lado, extrañaba la presencia y el cariño de su amado papá. Pero, afortunadamente, en ese momento de tristeza, Lucas contaba con un compañero muy especial: su perro Oreo. Oreo era más que una mascota; era un amigo fiel que siempre estaba allí para brindarle amor, compañía y alegría.
Las tardes se volvieron menos grises gracias a las travesuras y juegos que Lucas compartía con Oreo. La felicidad volvió a dibujarse en su rostro, y su corazón se llenó de gratitud por tener a un amigo tan leal a su lado. Pero, a pesar de la alegría que le brindaba Oreo, Lucas anhelaba la presencia de su papá. Afortunadamente, su papá lo visitaba siempre que podía, trayéndole abrazos, risas y momentos inolvidables juntos.
Juntos, padre, hijo y perro compartían divertidas caminatas, paseos en bicicleta y tardes de juegos. Lucas aprendió que, aunque las circunstancias a veces nos separen de quienes amamos, el amor siempre permanece. También descubrió que la amistad no tiene límites, y que, tanto los amigos animals como los amigos humanos, tienen un lugar especial en nuestros corazones. La historia de Lucas, Oreo y su papá nos enseña la importancia de valorar y agradecer lo que tenemos, así como la fortaleza que nos brinda el amor incondicional de nuestras mascotas y seres queridos.
FIN.