La amistad que salta y croa


En un hermoso charco rodeado de altas cañas de bambú vivía el sapo Pepe. Era un sapito muy alegre y curioso, siempre buscando nuevas aventuras.

Al otro lado del charco, vivía la sapa Marta, una ranita muy inteligente y valiente. Un día soleado, mientras saltaba entre los nenúfares, el sapo Pepe vio algo brillante en el fondo del charco. Se acercó nadando rápidamente y descubrió que era una antigua moneda de oro.

Sin pensarlo dos veces, decidió guardarla como su tesoro más preciado. Al día siguiente, el sapo Pepe invitó a la sapa Marta a dar un paseo por el bosque cercano al charco.

Mientras caminaban entre las hojas secas, se encontraron con un árbol gigante que tenía unas escaleras talladas en su tronco. "¡Mira Marta! ¡Esas escaleras nos llevan hasta las nubes!" exclamó emocionado el sapo Pepe.

La sapa Marta miró las escaleras con cautela y respondió: "No sé si es seguro subir tan alto, Pepe". Pero el sapo Pepe estaba decidido a llegar hasta las nubes y no escuchó los consejos de su amiga. Subió rápidamente por las escaleras sin pensar en las consecuencias.

Cuando llegó a la cima del árbol, se dio cuenta de que estaba tan alto que le daba miedo bajar. El corazón del sapito comenzó a latir rápido y sus patitas temblaban. "¡Ayuda! ¡Estoy atrapado!" gritó el sapo Pepe.

La sapa Marta, preocupada por su amigo, buscó una solución. Vio un grupo de pájaros que pasaba volando cerca y tuvo una idea brillante. "¡Hey, pájaros! ¿Podrían ayudarme a bajar a mi amigo Pepe?" les pidió la sapa Marta.

Los pájaros accedieron y con mucho cuidado bajaron al sapo Pepe hasta el suelo. El sapito aprendió entonces que es importante escuchar los consejos de los demás antes de tomar decisiones apresuradas.

Agradecido y más sabio, el sapo Pepe decidió hacer algo especial por la sapa Marta para demostrarle su amistad. Recordó la moneda de oro que había encontrado en el charco y pensó que podría utilizarla para comprarle un regalo muy especial.

El sapo Pepe fue hasta el mercado del bosque y encontró una hermosa flauta hecha de caña. Supo inmediatamente que ese era el regalo perfecto para su amiga Marta, ya que le encantaba la música.

Cuando regresó al charco, le entregó la flauta a la sapa Marta con una sonrisa en el rostro. La sapa no podía creer lo generoso y considerado que había sido su amigo. Desde aquel día, el sapo Pepe y la sapa Marta se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras.

Aprendieron juntos sobre la importancia de escuchar a los demás, ser valientes pero también prudentes, y valorar las verdaderas amistades.

Y así fue como dos pequeños amigos descubrieron que, aunque sean diferentes, pueden aprender mucho el uno del otro y vivir grandes aventuras juntos. El sapo Pepe y la sapa Marta se convirtieron en un ejemplo para todos los animales del bosque, enseñándoles el valor de la amistad y la importancia de ser buenos compañeros.

Y colorín colorado, esta historia tan bonita ha terminado.

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