La amistad que salva
Josefina y Serapio estaban sentados en la plaza, impacientes por empezar a jugar con sus amigues. Habían traído sus juguetes favoritos: Josefina llevaba su muñeca de trapo y Serapio su pelota de fútbol.
De repente, se acercó un perro callejero que se puso a ladrarles. Josefina se asustó y se escondió detrás de Serapio, mientras él intentaba calmar al perro. "Tranquilo, no te haremos daño", dijo Serapio con voz suave mientras le acariciaba el lomo al perro.
"¿Quieres jugar con nosotros?"El perro movió la cola emocionado y comenzó a seguirlos por toda la plaza. Los tres jugaban juntos sin parar, lanzando la pelota y corriendo detrás de ella.
De repente, el perro agarró la pelota con los dientes y salió corriendo hacia una calle muy transitada. Josefina gritó asustada mientras Serapio corría detrás del animal. "¡Devuélvenos la pelota!", gritaba Serapio mientras intentaba alcanzar al perro.
Finalmente, lograron recuperar la pelota antes de que fuera atropellado por un auto que venía a gran velocidad. El corazón les latía fuerte por el susto pero estaban felices de haber salvado al perro y haber recuperado su preciado objeto de juego.
Se sentaron en un banco para descansar y tomar agua cuando vieron a una señora mayor intentando cruzar la calle cargando varias bolsas pesadas. Sin pensarlo dos veces, corrieron a ayudarla llevando sus bolsas hasta su casa. "Muchas gracias, jóvenes.
Son un ejemplo de buena educación y solidaridad", dijo la señora mientras les daba unas monedas de recompensa. Josefina y Serapio se miraron sonrojados, sintiendo una alegría inmensa en sus corazones por haber hecho algo bueno para alguien más.
Se dieron cuenta que no solo se divertían jugando juntos, sino que también podían hacer el bien y ser útiles para la comunidad.
Con esa nueva perspectiva, continuaron jugando felices en la plaza, pero esta vez con un nuevo propósito: hacer el bien siempre que pudieran.
FIN.