La amistad que salvó el lago


Había una vez en un hermoso lago de la Patagonia argentina, un patito llamado Feo.

Feo era diferente a los demás patitos: su plumaje no era tan brillante como el de los otros, y su graznido no era tan fuerte. Por eso, los demás patitos se burlaban de él y lo excluían de sus juegos.

Un día, mientras nadaba solo en el lago, Feo conoció a Lila, una simpática libélula que había visto todo lo que le pasaba al pobre patito. Lila se acercó volando y le dijo a Feo:"Hola, soy Lila. He visto cómo te tratan los demás patitos, y me gustaría ser tu amiga.

"Feo miró sorprendido a la libélula y le respondió tímidamente:"¡Hola! Soy Feo... Gracias por querer ser mi amiga. ¿Tú también piensas que soy feo?"Lila sonrió y sacudió sus alas coloridas. "Para nada, Feo. Creo que eres único y especial.

No tienes por qué parecerte a los demás para ser valioso. "A partir de ese día, Feo y Lila se convirtieron en grandes amigos.

La libélula enseñaba al patito a apreciar su propia belleza interior y a ignorar las críticas de los demás animales del lago. Un verano, una sequía azotó la región y el agua del lago comenzó a escasear rápidamente. Los peces estaban preocupados porque pronto no tendrían suficiente agua para sobrevivir.

Fue entonces cuando Feo tuvo una idea brillante: recordó un arroyo cercano donde aún fluía agua fresca. "¡Lila! ¡Debemos llevar agua del arroyo al lago para salvar a nuestros amigos!", exclamó emocionado Feo.

Juntos idearon un plan: mientras Lila transportaba pequeñas gotas de agua en su abdomen reluciente desde el arroyuelo hasta el lago con mucho esfuerzo, Fea corría incansablemente llevando cubos llenos en su pico torpe pero decidido.

Gracias al esfuerzo conjunto de Fea y Lila, lograron salvar al lago y todos sus habitantes. Los demás animales quedaron maravillados por la valentía y generosidad demostrada por aquellos dos seres diferentes pero extraordinarios.

Desde ese día, todos aprendieron a valorar las diferencias entre ellos e incluso celebraban la diversidad que existía en el lago gracias al coraje de Patito Fea (como ahora lo llamaban con cariño) y su inseparable amiga Libelulita (como apodaron afectuosamente a Lila).

Y así fue como Patito Fea descubrió que no importa cómo luzcas o qué tan diferente seas; lo importante es tener un corazón noble lleno de amor hacia los demás.

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