La amistad que vence barreras
Había una vez un niño llamado Martín que era autista. Le encantaba jugar voleibol, pero siempre se sentía triste porque no tenía amigos con quienes jugar en la cancha del colegio.
Un día, mientras caminaba por el patio del colegio, vio a un grupo de niños y niñas jugando al voleibol. Martín se acercó tímidamente y les preguntó si podía unirse a ellos. "¡Claro que sí!"- respondieron los niños y niñas emocionados.
Martín estaba muy feliz de poder participar, pero pronto se dio cuenta de que sus compañeros no entendían su condición de autismo. A veces le costaba seguir las reglas del juego o comunicarse adecuadamente.
Un día, cuando estaban jugando un partido importante contra otro equipo, Martín cometió varios errores y el equipo perdió puntos importantes. Se sintió frustrado y pensó que nunca podría ser bueno en el voleibol como los demás.
Pero entonces, una niña llamada Valentina se acercó a él con una sonrisa amable. "Martín", le dijo Valentina con ternura, "sé que puede ser difícil para ti entender algunas cosas del juego, pero eso no importa. Lo importante es disfrutar juntos y apoyarnos mutuamente".
Martín miró a Valentina sorprendido y emocionado. Nunca antes había tenido a alguien tan comprensivo cerca de él. A partir de ese momento, Valentina se convirtió en la mejor amiga de Martín.
Juntos practicaron todos los días después de clases para mejorar las habilidades de Martín en el voleibol. Valentina también le enseñó a comunicarse mejor con los demás y a entender las reglas del juego. Poco a poco, Martín fue mejorando en el voleibol y ganando más confianza en sí mismo.
Valentina siempre estaba allí para animarlo y apoyarlo, incluso cuando cometía errores. Llegó el día de un importante torneo escolar y el equipo de Martín se enfrentó al equipo más fuerte del colegio.
A pesar de la presión, Martín jugó su mejor partido hasta ahora. Gracias al apoyo de Valentina y sus compañeros, lograron ganar el torneo. Martín se sintió tan feliz que no podía dejar de sonreír.
Había descubierto que tener amigos verdaderos era mucho más importante que solo ganar partidos. A partir de ese día, Martín siempre tuvo amigos con quienes jugar al voleibol en la cancha del colegio.
Y aunque había días difíciles debido a su condición autista, nunca dejó que eso le impidiera disfrutar del juego y la amistad. La historia de Martín nos enseña que todos somos diferentes, pero eso no significa que no podamos ser amigos ni disfrutar juntos.
Con comprensión, paciencia y amor podemos superar cualquier obstáculo y formar amistades duraderas.
FIN.