La amistad salvaje



Había una vez en la hermosa selva de la Pampa, un león llamado Leopoldo y un ratón llamado Rosendo. Leopoldo era el rey de todos los animales y siempre dormía bajo la sombra de un frondoso árbol.

Una mañana soleada, mientras Leopoldo disfrutaba de su siesta, Rosendo correteaba por ahí buscando comida para su familia. De repente, sin darse cuenta, el pequeño ratón tropezó con la cola del león y lo despertó bruscamente. - ¡Ay! Perdona, señor león.

No te vi ahí - dijo Rosendo asustado. Leopoldo abrió los ojos llenos de ira y gruñó amenazadoramente hacia el ratoncito. Pero luego se detuvo y sonrió maliciosamente.

- ¡Ahora sí que tienes problemas, ratoncito! Te voy a devorar como aperitivo antes de mi cena - rugió Leopoldo burlonamente. Rosendo temblaba de miedo ante las fauces del león gigante.

Sin embargo, con valentía e inteligencia respondió:- Señor león, si me comes ahora no podré ayudarte en el futuro. Tal vez necesites mi ayuda algún día... ¿no crees? Las palabras del ratoncito hicieron pensar al gran felino; aunque tenía hambre en ese momento, decidió darle una oportunidad al pequeño roedor.

Así que dejó escapar a Rosendo sin hacerle daño alguno. Pasaron varios días y Leopoldo se encontraba paseando por la selva cuando cayó en una astuta trampa cazadora. Una red lo atrapó con fuerza y el león no podía liberarse.

- ¡Ayuda! ¡Alguien, por favor, ayúdeme! - rugió Leopoldo desesperado. Escuchando los gritos de auxilio del rey de la selva, Rosendo corrió hacia donde provenían los sonidos.

Al ver a su amigo en apuros, el ratoncito se acercó rápidamente y vio que solo sus afilados dientes podrían cortar las cuerdas de la red. Sin pensarlo dos veces, Rosendo comenzó a mordisquear cada una de las cuerdas hasta que finalmente logró liberar al león.

Leopoldo quedó asombrado por la valentía y habilidad del pequeño ratón. - ¡Muchas gracias, mi querido amigo! Me has salvado la vida. A partir de ahora seremos grandes amigos y siempre nos ayudaremos mutuamente - dijo Leopoldo emocionado.

Desde ese día, Leopoldo y Rosendo se convirtieron en inseparables compañeros. El león protegía al ratoncito de otros animales peligrosos y el ratón ayudaba al león con tareas difíciles como buscar comida o resolver problemas complicados.

Juntos enseñaron a todos los animales de la selva sobre el valor de la amistad y cómo es importante devolver los favores sin importar nuestras diferencias o tamaños.

Y así, el león y el ratón demostraron que no importa cuán grandes o pequeños seamos, siempre podemos encontrar una manera de ayudarnos unos a otros. La amistad verdadera está basada en el respeto, la valentía y la gratitud. Y así fue como Leopoldo y Rosendo vivieron felices para siempre en la selva de la Pampa. Fin.

FIN.

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