La amistad sin fronteras
En una pequeña casita en el jardín de un parque vivía una rata muy especial llamada Rodolfo.
Lo que hacía a Rodolfo tan especial no era solo su elegante camisa azul, sino también su gran corazón y su deseo de hacer amigos. Un día, mientras exploraba el parque, Rodolfo conoció a una gatita llamada Mimi. Desde el primer momento en que se vieron, supieron que serían grandes amigos. Juntos pasaban horas jugando y contándose historias divertidas.
Sin embargo, cuando la mamá de Rodolfo se enteró de la nueva amistad de su hijo con la gata Mimi, se puso muy preocupada.
Ella pensaba que las ratas y los gatos no podían ser amigos porque los gatos siempre perseguían a las ratas para comérselas. —"Rodolfo" , dijo su mamá con voz temblorosa, "no puedes seguir viendo a esa gata. Es peligroso". Pero Rodolfo sabía en lo más profundo de su corazón que Mimi era diferente.
Estaba decidido a demostrarle a su mamá que los estereotipos podían romperse y que la verdadera amistad no tenía barreras.
Así que un día, cuando Mimi estaba en problemas y necesitaba ayuda para encontrar comida para sus hermanitos hambrientos, Rodolfo decidió ayudarla sin importar lo que dijera su mamá. Con valentía y astucia, Rodolfo guió a Mimi por todo el parque hasta llegar al escondite secreto donde había mucha comida deliciosa esperando por ellos.
Juntos llenaron sus bolsillos con nueces y granos, asegurándose de tener suficiente para Mimi y su familia. Cuando regresaron a la casita, encontraron a la mamá de Rodolfo esperándolos. Estaba muy preocupada por su hijo y aliviada de verlo sano y salvo.
Pero cuando vio que llevaba comida para Mimi y su familia, se quedó sin palabras. —"Rodolfo" , dijo su mamá con lágrimas en los ojos, "me equivoqué al juzgar a Mimi. Tu amistad ha demostrado que es posible superar nuestros prejuicios".
Desde ese día en adelante, la mamá de Rodolfo aceptó a Mimi como parte de la familia. Los tres pasaban mucho tiempo juntos, jugando y compartiendo historias divertidas.
Y cada vez que alguien les preguntaba cómo podían ser amigos siendo tan diferentes, ellos respondían:"- La verdadera amistad no tiene barreras ni prejuicios. Si nos abrimos a conocer personas diferentes a nosotros, descubriremos el valor de la diversidad y encontraremos amigos increíbles".
Y así fue como Rodolfo y Mimi enseñaron a todos en el parque que lo más importante era el corazón bondadoso que había dentro de cada uno, sin importar nuestra apariencia o especie. Fin
FIN.