La amistad sin fronteras



Había una vez una niña llamada Julieta que asistía a una escuela en Argentina. Le encantaba ir a clase todos los días porque disfrutaba mucho aprendiendo y compartiendo con sus compañeros.

Desde el primer día, Julieta había congeniado muy bien con su amiga Rocio, quien se sentaba al lado de ella. Juntas, Julieta y Rocio hacían todo juntas: jugaban en el recreo, compartían meriendas e incluso pasaban tiempo después de la escuela.

Pero un día, algo cambió entre ellas. Empezaron a discutir más seguido y ya no se llevaban tan bien como antes. Esto hizo que Julieta se sintiera triste y confundida.

Sin embargo, mientras las cosas iban mal con Rocio, Julieta comenzó a darse cuenta de que había otros compañeros en la clase con los que también podía llevarse bien. Empezó a participar más en actividades grupales y descubrió nuevas amistades.

Un día, durante el recreo, uno de sus nuevos amigos llamado Martín le preguntó cómo se sentía ahora que ya no era tan cercana a Rocio. "Martín, al principio me sentí muy triste porque yo pensaba que siempre seríamos mejores amigas", dijo Julieta con sinceridad.

"Pero luego me di cuenta de que puedo tener otras amistades también", continuó explicando. Martín sonrió y le dijo: "¡Eso es genial! Todos somos diferentes y podemos tener muchas amistades".

Julieta reflexionó sobre las palabras de Martín y decidió hablar con Rocio para intentar resolver sus diferencias. "Rocio, sé que hemos estado discutiendo mucho últimamente", comenzó Julieta con valentía. "Pero creo que podemos superar esto y seguir siendo amigas, aunque también tengamos otras amistades". Rocio se sorprendió por el acercamiento de Julieta y aceptó su propuesta.

Ambas se dieron cuenta de lo importante que era respetar las diferencias y permitirse tener otras amistades.

A medida que pasaba el tiempo, Julieta se dio cuenta de que su clase era un lugar maravilloso donde podía aprender, divertirse y hacer amigos nuevos. Ya no dependía únicamente de una sola persona para ser feliz. Desde entonces, Julieta aprendió a valorar la diversidad y a disfrutar de todas las amistades que tenía en su vida.

Aprendió que cada persona es única y especial, y eso hizo que su experiencia en la escuela fuera aún más emocionante.

Y así, Julieta descubrió el verdadero significado de la amistad: no estaba limitada a una sola persona, sino que podía expandirse al abrazar a todos los compañeros de clase con los brazos abiertos. Fin.

FIN.

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