La amistad sin prejuicios


Había una vez, en un hermoso bosque argentino, tres cerditos llamados Pancho, Tito y Lalo. Vivían juntos en una pequeña casita de paja al borde del monte.

Eran muy felices y siempre se divertían jugando y explorando el bosque. Un día, mientras los cerditos estaban jugando cerca del río, vieron a un lobo gris acercarse lentamente hacia ellos. Los cerditos se asustaron mucho porque habían escuchado historias de lobos malvados que querían comerse a los cerditos.

El lobo se acercó con cuidado pero sin hacer ningún gesto amenazante. "¡No teman! Soy un lobo diferente", dijo el lobo con voz suave y amigable. "Me llamo Lucas y no quiero hacerles daño".

Los cerditos miraron al lobo con desconfianza, pero luego de observarlo detenidamente notaron que parecía sincero. Decidieron darle una oportunidad y comenzaron a hablar con él. Lucas les contó que también había sido rechazado por otros animales solo por ser un lobo.

Él era diferente a los demás lobos; no le gustaba cazar ni lastimar a nadie. En cambio, prefería ayudar a los demás. Pancho, Tito y Lalo quedaron impresionados por la historia de Lucas y decidieron creerle.

Le pidieron ayuda para construir una casa más segura en el monte donde pudieran vivir juntos sin preocuparse por los peligros. Durante días enteros trabajaron arduamente construyendo la casa de madera sólida y resistente.

Lucas demostró ser muy hábil y trabajador, y los cerditos se dieron cuenta de que habían encontrado un verdadero amigo. Finalmente, la casa estuvo terminada y era hermosa. Los cerditos estaban emocionados por su nueva morada segura.

Agradecidos con Lucas, lo invitaron a vivir con ellos en la casa. Todo parecía perfecto hasta que una noche, mientras los cerditos dormían tranquilamente, escucharon un ruido fuerte proveniente del bosque.

Se despertaron asustados y vieron cómo un grupo de lobos malvados intentaba derribar la puerta de su casa. Los cerditos entraron en pánico y no sabían qué hacer. Pero Lucas tenía un plan. Rápidamente corrió hacia la puerta y comenzó a ladrar tan fuerte como pudo para asustar a los lobos malvados.

"¡Rápido chicos, despierten! Tenemos que defender nuestra casa", gritó Lucas mientras seguía ladrando. Pancho, Tito y Lalo se levantaron rápidamente y ayudaron a Lucas a empujar la puerta para mantenerla cerrada.

Juntos lucharon valientemente contra los lobos malvados hasta que finalmente lograron ahuyentarlos. Los cerditos se dieron cuenta de lo importante que era tener a alguien como Lucas en su vida.

No importaba si era diferente o si todos pensaban que los lobos eran malvados; él había demostrado ser leal y protector. Desde ese día, Pancho, Tito, Lalo y Lucas vivieron felices en su hermosa casa del monte.

Aprendieron que no debían juzgar a los demás por su apariencia o lo que habían escuchado sobre ellos, sino darles una oportunidad para demostrar quiénes eran realmente. Y así, el lobo bueno y los tres cerditos se convirtieron en grandes amigos, enseñándonos a todos que la verdadera amistad no conoce de prejuicios ni estereotipos. Fin.

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