La araña en el bosque



En un frondoso bosque lleno de colores y sonidos, vivía una pequeña araña llamada Lulú. Lulú no era como las otras arañas, su telaraña tenía un brillo especial que hacía que el sol se reflejara en ella como si fuera un diamante. Lulú pasaba sus días tejiendo redes hermosas y soñando con hacer amigos, pero siempre sentía que era un poco diferente y temía que los otros animales no quisieran jugar con ella.

Un día, mientras Lulú tejía su telaraña, se acercó un pequeño pájaro llamado Pipo.

"Hola, Lulú, ¿qué estás haciendo?" - preguntó Pipo, curioso por el espectáculo que veía ante sus ojos.

"Hola, Pipo. Estoy tejiendo mi telaraña, es mi obra maestra" - respondió Lulú, algo tímida.

"Es hermosa. Pero, ¿no te gustaría jugar en el bosque?" - insistió Pipo.

Lulú dudó. "No sé si a los demás les gustaría jugar conmigo, soy solo una araña" - contestó con tristeza.

Pipo, comprensivo, le dijo: "¡Pero todos somos diferentes, Lulú! Y eso es lo que hace al bosque tan especial. Ven, ¡vamos a invitar a los otros!"

Con algo de miedo pero decidido a intentarlo, Lulú aceptó. Pipo voló hacia un grupo de animales que jugaban cerca de un arroyo. Era un conejo llamado Tito, una tortuga llamada Tita y una mariposa llamada Mila.

"¡Hola amigos!" - gritó Pipo emocionado. "Esta es Lulú, la araña más increíble del bosque. ¡Deberían conocerla!"

"¿Una araña?" - dijo Tito, inclinando la cabeza intrigado. "No sabía que las arañas podían crear cosas tan lindas. ¡Hola, Lulú!"

Lulú apenas podía creer lo que escuchaba. "Holaa..." - respondió con un hilo de voz, sintiéndose un poco más segura.

Mila, la mariposa, se acercó a ella y dijo: "¿Te gustaría jugar a las escondidas con nosotros?"

"Yo... podría intentar" - dijo Lulú, sintiendo que su corazón latía con alegría.

Los amigos comenzaron a jugar y, para sorpresa de Lulú, se divirtieron mucho. Cuando llegó su turno de esconderse, decidió crear una pequeña telaraña entre dos ramas bajas, donde apenas se notara.

"¡Aquí no me van a encontrar nunca!" - pensó feliz.

Tito, buscando entre los arbustos, pasó junto a la telaraña sin darse cuenta. Pero, al poco tiempo, Lulú escuchó un crujido. Era Tita, que estaba atascada en un arbusto cercano.

"¡Oh no! Ayúdenme, estoy atrapada" - exclamó Tita, algo asustada.

Sin pensarlo dos veces, Lulú se deslizó rápidamente por su telaraña y con su habilidad, comenzó a formar un hilo hacia el arbusto.

"No te preocupes, Tita. Te sacaré de aquí" - dijo Lulú, mientras con delicadeza ayudaba a la tortuga a liberarse.

Todos los animales miraban asombrados a Lulú, que con paciencia y destreza logró liberar a su amiga.

"¡Eso fue increíble!" - gritó Pipo, volando alrededor de ella.

"¡Sos una heroína!" - agregó Mila, batiendo sus alas emocionada.

Tita, aliviada, dijo: "No sé qué hubiéramos hecho sin ti, Lulú. Gracias por salvarme".

Desde ese día, Lulú ya no sintió más miedo de ser diferente. Sus amigos la querían tal como era, y aprendieron que cada uno tenía un talento especial que aportar. Lulú enseñó a los demás a tejer telarañas, y juntos comenzaron a decorar el bosque con hermosas obras de arte.

Con el tiempo, el bosque se convirtió en un lugar mágico, lleno de amistad y colores, y Lulú, la pequeña araña, fue siempre recordada como la que unió a todos con su valentía y creatividad. Y así, en un rincón especial del bosque, todos aprendieron a celebrar sus diferencias y a valorar lo que cada uno podía ofrecer.

"¡Nunca dejes de ser tú misma!" - decía Lulú a sus amigos, quien siempre recordaba lo importante que es ayudar y ser solidario unos con otros. "A veces, ser diferente puede hacer del mundo un lugar mucho mejor".

FIN.

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