La Ardilla Salvadora



Marianita y su hija Amparito estaban emocionadas por su visita al Jardín Botánico. La madre quería enseñarle a su pequeña los diferentes tipos de plantas y flores que allí se encontraban.

- Mira, Amparito, aquí están las rosas - dijo Marianita señalando hacia un arbusto de color rojo intenso. - ¡Son hermosas mamá! - exclamó la niña con una sonrisa en el rostro. De repente, una ardilla traviesa apareció saltando entre los árboles.

La pequeña Amparito no podía contener su emoción al verla correr tan rápido. - ¡Mamá, mira esa ardilla! ¿Podemos seguirla? - preguntó Amparito mientras señalaba a la ardilla que se alejaba cada vez más.

- Claro, pero no te alejes demasiado - advirtió Marianita mientras seguían a la ardilla a través del jardín. La ardilla llevó a las dos mujeres hasta un rincón del jardín donde había un árbol enorme y frondoso.

La pequeña estaba maravillada por el tamaño del árbol y comenzó a subirlo rápidamente para alcanzar a la ardilla. - Ten cuidado Amparito, no vayas muy alto - le recordó Marianita preocupada por la seguridad de su hija.

Pero ya era tarde, la niña había subido demasiado alto y no podía bajar sola. Marianita intentó ayudarla desde abajo pero no pudo hacerlo sin arriesgar también su propia seguridad. Fue entonces cuando apareció nuevamente la ardilla traviesa para ayudar en la situación.

La ardilla saltó de rama en rama acercándose a Amparito y comenzó a jugar con ella, distrayéndola lo suficiente para que pudiera bajar del árbol con seguridad. La niña estaba tan contenta por el gesto de la ardilla que decidió llamarla —"Salti" .

- Gracias Salti, eres una amiga muy valiente - dijo Amparito mientras abrazaba a la pequeña ardilla. A partir de ese momento, Marianita y Amparito se dieron cuenta de que las cosas más inesperadas pueden convertirse en grandes aventuras.

Y aunque nunca volvieron a ver a Salti, siempre recordaron su valentía y amistad.

FIN.

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