La Ardilla Traviesa y el Perro Curioso
En un hermoso bosque lleno de árboles altos y coloridas flores, vivía una ardilla traviesa llamada Luna. Luna pasaba sus días saltando de rama en rama, recolectando bellotas y explorando lugares nuevos.
Un día, mientras buscaba bellotas ricas para su merienda, no se dio cuenta de que un perro llamado Rocco la estaba observando desde lejos. Rocco era un perro muy curioso y juguetón, pero también muy travieso, y ese día había decidido que quería jugar a atrapar a la ardilla.
Luna, emocionada, iba de aquí para allá gritando -“¡Bellotas, bellotas! ”- mientras recolectaba sus tesoros. Sin embargo, mientras buscaba, escuchó un crujido en los arbustos. Su pequeño corazón comenzó a latir más rápido. "¿Qué será eso?"- se dijo a sí misma.
El crujido fue causado por Rocco, que estaba acercándose despacio. Cuando Luna lo vio, se quedó paralizada. "¡Oh no! Un perro, debo esconderme!"- pensó, y rápidamente buscó refugio detrás de un tronco.
Rocco, que estaba feliz de haberla encontrado, se acercó y olfateó el aire. "¡Hola, ardillita!"- ladró juguetonamente, "No tengo intención de hacerte daño, solo quería jugar."
Luna, asomándose tímidamente, le respondió: "¿Jugar? Pero tú eres un perro grande y yo soy solo una pequeña ardilla. ¡Podrías atraparme fácilmente!"-
Rocco se rió y dijo: "No te preocupes, no me gusta asustar. ¿Qué tal si hacemos una carrera? Tú contra mí. Así podrás demostrar lo rápida que eres, y yo no te atraparé, prometido."
Luna dudó un momento. "¿Y si me atrapas?"- preguntar.
"Yo solo quiero divertirme, y además, si me ganas, tengo unas galletitas que te puedo dar como premio. ¡Son deliciosas!"- le contestó Rocco, moviendo la cola con entusiasmo.
Finalmente, Luna decidió que podía intentarlo. "Está bien, acepto tu reto. Pero no quiero perder mis bellotas..."-
Así que se ubicaron al lado de un gran árbol. "En tres, dos, uno, ¡ya!"- gritó Rocco, y los dos salieron disparados. Luna corría tan rápido como podía, saltando entre las ramas y saltando los obstáculos, mientras Rocco intentaba mantener el ritmo.
En un giro inesperado, Luna vio una rama baja y, al esquivarla, se desvió hacia un sendero lleno de flores. "¡Mirá!"- gritó emocionada. "¡He descubierto un nuevo camino!" -
Rocco, no queriendo perderla, la siguió. Juntos, se dieron cuenta de que el bosque era mucho más hermoso que lo que habían explorado antes. Encontraron un pequeño arroyo donde podían jugar con el agua y un campo de flores donde se sentaron a descansar.
"Este lugar es genial. ¡Nunca hubiera venido si no fuera por la carrera!"- dijo Luna, sonriendo.
"Y yo no me hubiera dado cuenta de lo veloz que eres. Gracias por ser tan valiente y aceptar mi reto"- respondió Rocco, mientras ambos disfrutaban de la belleza de la naturaleza.
Desde ese día, Luna y Rocco se convirtieron en grandes amigos. Luna aprendió que no todos los perros eran peligrosos, y Rocco descubrió que jugar con una ardilla podía ser tan divertido como atrapar cosas. Juntos, exploraban el bosque todos los días, descubriendo nuevos lugares y viviendo nuevas aventuras.
Y así, la ardilla traviesa encontró no solo bellotas en su camino, sino también una maravillosa amistad que la acompañaría por siempre.
FIN.