La Ardilla Traviesa y sus Botas de Agua Mágicas
En un frondoso bosque, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía una ardilla traviesa llamada Lila. Lila era conocida no solo por su energía inagotable, sino también por sus maravillosas botas de agua mágicas. Cada vez que se ponía esas botas, podía saltar más alto y más lejos que cualquier otra ardilla del bosque.
Una mañana brillante, Lila decidió que era un día perfecto para saltar en los charcos que habían quedado después de una lluvia torrencial. "¡Hoy voy a hacer los saltos más grandes del mundo!"- exclamó emocionada. Justo cuando estaba a punto de comenzar, su amigo el pato, Pipo, se acercó nadando con curiosidad.
"Lila, ¿por qué saltás en los charcos?"- preguntó Pipo con su vocecita melodiosa.
"Porque son divertidos y hacen chapoteo. ¡Mirá!"- respondió Lila, levantando una de sus patitas para demostrar su talento. Sin pensarlo, Lila dio un gran salto y cayó en un charco, creando un gran chapoteo que salpicó a Pipo.
"¡Oh, Lila!"- gritó Pipo riendo. "¡Estás empapada!"-
"Pero mira qué divertido que es, Pipo. ¡Te animo a que te unas!"- dijo Lila entusiasmada.
Así, después de un rato de chapoteo y risas, se unieron otros animales del bosque: la tortuga Tina, el conejo Tito y la ardilla amiga de Lila, Mia. Todos se pusieron a saltar y a divertirse. Sin embargo, mientras que todos jugaban, Lila notó algo raro.
Un gran charco en el bosque parecía tener un color extraño. "¡Chicos, miren eso!"- exclamó Lila, señalando el charco. "Parece que está sucio. ¿De dónde vendrá toda esa mugre?"-
Los demás animales se acercaron, y al ver el charco oscuro, todos se sintieron incómodos. "No deberíamos saltar ahí. Es peligroso y no se ve bien"- dijo Tina, la tortuga.
"Tienen razón, ¡podría haber algo malo en ese agua!"- afirmó Lila. Pero su curiosidad era más fuerte. -“Voy a comprobarlo.”-
Lila, a pesar de las advertencias de sus amigos, se puso sus botas mágicas y saltó hacia el charco. Pero al aterrizar, las botas comenzaron a brillar intensamente y de repente un río de agua limpia brotó del charco. "¡Ay, no!"- gritó Lila, antes de ver cómo el charco se convertía en un hermoso manantial.
"¡Lila, mirá! ¡Lo limpiaste!"- exclamó Mía con alegría.
"¡Sí, lo hiciste sin querer!"- dijo Pipo asombrado.
Lila sonrió, pero se sintió un poco culpable. "No quería causar problemas…"- murmuró.
Ella comprendió que a veces la curiosidad puede llevar a situaciones inesperadas. "Pero ahora tenemos un nuevo manantial, ¡así podremos jugar aquí y beber agua limpia!"- agregó con una sonrisa.
Los animales decidieron cuidar el nuevo manantial. "Prometemos no dejar basura cerca del agua, Lila. Esto fue una gran lección para todos nosotros"- dijo Tina.
"Sí, siempre hay que cuidar nuestro ambiente"- agregó Tito.
Desde ese día, además de saltar en los charcos, los amigos de Lila aprendieron a cuidar el bosque. A veces, un poco de travesura puede llevarnos a algo bueno, pero también es importante recordar la responsabilidad que tenemos con la naturaleza. Lila cada día se ponía sus botas mágicas, pero ahora siempre recordaba no saltar en lugares que podrían hacer daño.
"¡Vamos a cuidar el bosque!"- exclamó Lila mientras depués de jugar, danzaban hacia su hogar, con el corazón lleno de alegría y enseñanzas.
Así, el bosque vivió feliz, y Lila continuó siendo la ardilla traviesa y encantadora que siempre había sido, pero ahora con un poco más de cuidado y conciencia por su hermoso hogar.
FIN.