La armonía de los planetas


Había una vez en el vasto universo, en un tiempo pasado donde los planetas aún no conocían la paz, un grupo de astros que vivían en constante angustia.

En una bodega abandonada en medio del espacio, se reunían Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno para buscar soluciones a sus problemas. Mercurio era el más inquieto de todos, siempre dando vueltas sin descanso y sintiéndose incomprendido por los demás.

Venus irradiaba belleza pero ocultaba su tristeza detrás de brillantes nubes. Marte mostraba su fuerza pero en realidad anhelaba la calma y la armonía. Júpiter intentaba ser el líder del grupo pero su egoísmo lo alejaba de sus compañeros.

Y Saturno cargaba con el peso de sus anillos, sintiéndose atrapado y limitado. Un día, cansados de sentirse solos e incomprendidos, decidieron buscar ayuda para encontrar la paz que tanto ansiaban.

Fue entonces cuando apareció Urano, un planeta distante y sabio que había escuchado sus lamentos desde lejos. "¿Qué les preocupa amigos? Veo en ustedes una gran angustia que no les permite disfrutar plenamente de su existencia", dijo Urano con voz serena. Los planetas se miraron entre sí sorprendidos por haber sido descubiertos en su doloroso secreto.

Sin embargo, al ver la comprensión y bondad en los ojos de Urano, decidieron abrir sus corazones y contarle todo. "Nos sentimos perdidos y desamparados.

No podemos encontrar la paz dentro de nosotros mismos", confesó Venus con voz temblorosa. Urano escuchó atentamente cada palabra y luego les habló con dulzura: "La paz que buscan no está afuera sino dentro de cada uno de ustedes.

Deben aprender a aceptarse tal como son, a valorar sus diferencias y a trabajar juntos en armonía". Los planetas reflexionaron sobre las palabras de Urano y poco a poco comenzaron a cambiar su forma de pensar.

Mercurio aprendió a detenerse un momento para escuchar a los demás; Venus descubrió que su verdadera belleza residía en su interior; Marte encontró la calma al practicar la paciencia; Júpiter comprendió que solo siendo generoso podía ser realmente poderoso; Saturno aprendió a liberarse del peso del pasado para abrazar el presente.

Con el tiempo, los planetas lograron sanar sus heridas internas y encontraron la paz tan ansiada dentro de sí mismos. Se ayudaron mutuamente a crecer y evolucionar, formando una verdadera familia estelar donde reinaba la armonía y el respeto.

Y así fue como aquellos astros angustiados se transformaron en luces brillantes que iluminaban el universo con su amor propio y su conexión mutua.

Gracias a Urano y a su sabiduría infinita, los planetas descubrieron que solo aceptándose a sí mismos podían encontrar la verdadera felicidad. Y colorín colorado este cuento ha terminado con una lección importante: ¡la paz comienza desde adentro!

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