La Asamblea de los Valientes



Era un día soleado en el Bosque de la Armonía, y todos los animales estaban inquietos. La naturaleza comenzaba a preocuparlos: los árboles se iban reduciendo, el agua de los ríos se ensuciaba, y la temperatura aumentaba. Fue entonces cuando la sabia Tortuga Tula decidió convocar una asamblea.

"¡Amigos animales! ¡Nuestro hogar está en peligro! Necesitamos unir fuerzas para salvar el mundo" - exclamó Tula, moviendo su pequeña cabeza con determinación.

Los animales comenzaron a llegar: el León Leoncio, fuerte y noble, la Águila Ágata, veloz y astuta, el Conejo Rabi, ágil y alegre, y la Delfina Delfina, que subió a la tierra solo para esta ocasión. Todos escuchaban atentamente a Tula.

"Nuestro planeta sufre por culpa de la contaminación y la falta de cuidado. ¿Qué podemos hacer?" - preguntó Tula con voz serena.

"¡Podemos organizar una gran limpieza!" - gritó Rabi, moviendo sus orejas. "¡Con un poco de esfuerzo, podemos limpiar los ríos y los bosques!".

La idea entusiasma a todos, pero Ágata, la Águila, añadió:

"Eso suena genial, pero también necesitamos educar a los humanos. Ellos tienen el poder de cambiar las cosas siguiendo nuestros consejos. ¿Quieren que intentemos comunicarnos con ellos?".

La asamblea se llenó de murmullos. ¿Cómo podrían los animales hablar con los humanos? Pero Leoncio rugió:

"Soy el rey de la selva, puedo hablar con los humanos. Solo necesito un poco de ayuda. Debemos hacer una manifestación. La fuerza de nuestra unión los convencerá".

Así, hicieron un plan. Se agruparían cerca de un parque en la ciudad donde los humanos solían congregarse. La mañana del gran día, los animales se vistieron con pancartas creadas a base de hojas y flores. Rabi hizo una pancarta que decía: "¡Salvemos nuestro árbol!" y Ágata la llevó en sus garras.

"¡Esto será increíble!" - dijo Rabi, mientras todos se reunían. "¡Vamos a darles un mensaje claro!".

Cuando llegaron al parque, había cientos de humanos allí. Los animales hicieron una fila ordenada y comenzaron a gritar y agitar sus pancartas:

"¡Cuiden la naturaleza, cuiden nuestro hogar!" - rugió Leoncio con su voz poderosa.

Los humanos se dieron vuelta sorprendidos. Algunos comenzaron a sacar sus teléfonos y a grabar.

"¿Son ellos los que están hablando?" - se preguntó un niño, asombrado al ver a tantos animales juntos.

Justo cuando parecía que la manifestación iba a tener éxito, llegó un perro callejero, llamado Tito. Tito, lleno de energía, se unió a la marcha y comenzó a ladrar:

"¡Vamos a mostrarles cómo se hace! ¡A limpiar!".

Inspirados por este nuevo impulso, todos, animales y humanos, comenzaron a recolectar basura del parque. Con un esfuerzo conjunto, recogieron plasticos, papeles y latas. La emoción crecía en el aire, y la colaboración se sentía.

Al final del día, el parque brillaba como nunca antes. Tula, con su voz suave, se dirigió a todos:

"Hoy hemos demostrado que juntos podemos lograr grandes cosas. Pero no se detengan aquí. Debemos cuidar cada día de nuestro entorno".

Los humanos aplaudieron y llevaron a sus casas el mensaje. Comenzaron a crear círculos de concientización acerca del medio ambiente. Los animales volvieron a su hogar, satisfechos y contentos.

Y así, gracias a su valentía y unidad, la Asamblea de los Valientes logró dar un paso importante para proteger su mundo. De vez en cuando, las criaturas del bosque miran hacia la ciudad y ven cómo, poco a poco, los humanos se vuelven más cuidadosos y amables con la naturaleza. Y saben que su amistad y esfuerzo valieron la pena.

Desde ese día, los animales nunca volvieron a sentirse solos en su misión. Recordaron siempre que la colaboración entre todas las especies puede traer cambios sorprendentes.

Fin.

FIN.

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