La astucia de la zorrita
En un frondoso bosque donde los árboles susurraban historias antiguas, vivía un león viejo llamado Leóncio. Había sido el rey de la selva durante muchos años, pero la edad había ralentizado sus movimientos y su capacidad para cazar.
Un día, Leóncio tuvo una idea astuta. Se recostó en su cueva, y con una voz temblorosa, llamó a todos los animales que pasaban. "¡Amigos del bosque! ¡He decidido hacer una reunión especial en mi cueva! Vengan a visitarme, tengo algo importante que contarles. ¡No será un encuentro que querrán perderse!", anunció.
Los animales, intrigados, comenzaron a llegar uno a uno, desde las elegantes ciervas hasta los curiosos conejos. Todos estaban emocionados por la invitación del antiguo rey. Sin embargo, una astuta zorrita llamada Zuri estaba al acecho, observando desde lejos.
Zuri vio cómo los animales entraban en la cueva. "¿Por qué no veo a nadie salir?", pensó entre sí. Intrigada, decidió acercarse un poco más. Se agachó detrás de un arbusto y notó algo inusual: había pisadas de entrada, pero no había ninguna huella de salida. Esto le pareció muy raro. "No me gusta esta situación", murmuró. "Algo no está bien."
Mientras tanto, dentro de la cueva, Leóncio se acomodaba y preparaba su plan. "Bienvenidos, amigos míos. Estoy muy emocionado de que hayan venido. Estoy tan débil que neces... no puedo comer. ¡Pero ustedes pueden ayudarme compartiendo sus historias!", dijo, intentando sonar genuino.
Los animales, al escuchar eso, comenzaron a contar historias de valentía, sabiduría y risas, pero Zuri no se dejó engañar. "¿Alguien ha visto a los que entraron antes?", preguntó a un pequeño pájaro que estaba sobre una rama. El pajarito, temblando, respondió: "No los he visto salir, Zuri. Pero creo que es porque Leóncio los está entreteniendo con relatos de sus hazañas pasadas."
Zuri sonrió, sabiendo que debía actuar. "¡Tengo una idea!", exclamó. Se subió a un árbol cercano y comenzó a gritar: "¡Atención, animales del bosque! He encontrado un nuevo manantial de agua fresca y dulce! Vengan a verlo, es estupendo!".
Los animales, al escuchar el llamado del agua fresca, comenzaron a dudar. "¿Agua dulce? Suena maravilloso!", dijo una cierva.
"¡Sí, mejor que escuchar historias del viejo león!", respondió un conejo, cerciorándose de que su instinto los guiara.
Leóncio, al oír el bullicio afuera, se alarmó. "¡¿Qué sucede? ! ¡Vuelvan aquí!", rugió con voz autoritaria. Pero los animales empezaron a salir descontrolados, empujándose unos a otros mientras se dirigían hacia la dirección donde Zuri había llamado.
Zuri vio la oportunidad y gritó nuevamente: "¡Corran! ¡Es un truco! ¡Vengan conociendo el manantial! ¡El viejo león está intentando atraparlos!". Los animales, ahora convencidos, echaron a correr.
Al llegar al manantial, se dieron cuenta de que realmente había agua fresca y dulce. Allí, Zuri los esperaba para asegurar que todos estuvieran a salvo. "¡Estamos a salvo, amigos! ¡Gracias a nuestra astucia!", exclamó Zuri con alegría.
Por su parte, Leóncio quedó frustrado al ver cómo los animales se alejaban. "¡No puedo creerlo! ¿Qué ha salido mal?", murmuró para sí mismo. Pero se dio cuenta de que su plan había sido arruinado por la astucia de una pequeña zorrita.
Desde ese día, Zuri se convirtió en la heroína del bosque. Todos los animales aprendieron que la confianza es importante, pero también lo es tener cuidado y ser astutos ante situaciones que no parecen correctas. Agradecidos por la advertencia de Zuri, decidieron hacer reuniones regulares, donde se contaban historias, pero siempre, después asegurarse de que la cueva de Leóncio estuviera desierta.
Y así, el bosque continuó lleno de risas y lazos más fuertes entre los amigos, siempre recordando la lección que aprendieron esa divertida y algo peligrosa aventura.
FIN.