La astucia de Tío Conejo
Una calurosa mañana, Tío Conejo se encontraba recolectando zanahorias para el almuerzo.
De repente, escuchó un rugido aterrador: ¡era Tío Tigre!
—¡Ajá, Tío Conejo! —dijo el felino—. No tienes escapatoria, pronto te convertirás en un delicioso bocadillo.
Tío Conejo, sabiendo que no podía enfrentarse a Tío Tigre directamente, decidió usar su astucia.
—¡Espera un momento, Tío Tigre! —respondió Tío Conejo, con una sonrisa confiada—. Antes de que me atrapes, ¿puedo mostrarte algo increíble?
Tío Tigre frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—¿Qué cosa tan increíble puedes mostrarme, Conejo?
—Hay un lugar cerca de aquí donde las zanahorias crecen tan grandes como tu cabeza. ¡Estoy seguro de que querrás probarlas!
A Tío Tigre le brillaron los ojos y, aunque con desconfianza, decidió dejar de lado la caza.
—Está bien, muéstrame ese lugar. Pero si es una trampa, ¡serás el primero en verme en la comida!
Tío Conejo llevó a Tío Tigre a un campo donde había plantado algunas zanahorias, pero también había colocado unas frescas flores.
—Mirá, ahí están las zanahorias —dijo Tío Conejo señalando—, y esas flores son muy bellas, ¿no?
—Sí, aunque no me interesan las flores.
—Claaaaro —dijo Tío Conejo—, pero esas flores son comestibles. Si las pruebas, podrás sorprender a todos con una ensalada.
Tío Tigre, curioso y con un poco de hambre, terminó probando las flores. —¡Mmm, esto está bueno! —dijo sorprendido—. ¿No tenías más?
—Justo aquí en mi jardín pongo un montón para ti. Pero también hay un secreto más.
—¿Qué secreto, Conejo?
—Las zanahorias se vuelven más grandes si todos cuidamos el jardín y compartimos la cosecha. ¡Podemos hacer una ensalada gigante para todos los animales del bosque!
Tío Tigre pensó por un momento.
—¿Estás diciendo que si compartimos y trabajamos juntos, tendremos más que suficiente para todos?
—Exactamente, Tío Tigre. Nadie queda fuera, y todos nos beneficiamos.
Con un brillo en los ojos, Tío Tigre sonrió.
—Tienes razón, ¡será mucho mejor que un solo bocadillo!
Desde ese día, Tío Conejo y Tío Tigre se unieron para cuidar el jardín, y poco a poco, otros animales llegaron a ayudar.
El jardín floreció como nunca antes, y juntos aprendieron la importancia de la cooperación y el trabajo en equipo.
Al final, prepararon una gran ensalada que compartieron con todos, y Tío Tigre se convirtió en el mejor amigo de Tío Conejo.
Y así, la amistad y la generosidad vencieron a la soledad y el egoísmo.
—¿Te das cuenta, Tío Tigre? —dijo Tío Conejo mientras comían juntos—. A veces, podemos encontrar la mejor solución si somos amables y trabajamos juntos.
Tío Tigre asintió con la cabeza, comprendiéndolo todo—. Lo sé, ¡porque el verdadero manjar es la amistad!
FIN.