La astucia del zorro Fideo



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Caperucita Blancs. Era conocida por su cabello blanco como la nieve y su dulce carácter. Un día, su mamá le pidió un favor muy especial.

"-Caperucita, querida, necesito que lleves esta comida a tu abuelita. Está enferma y necesita comer algo reconfortante", le dijo su mamá con ternura.

Caperucita frunció el ceño y protestó: "-Pero mamá, ¿por qué no vas tú? Yo quería ir al parque a jugar con mis amigos". Su mamá suspiró y le explicó: "-Tu abuelita vive en el bosque, es un largo camino y yo tengo mucho trabajo en casa. Por favor, hija mía, haz este sacrificio por ella".

Caperucita se sintió mal por haberse quejado y decidió obedecer a su mamá. Tomó la cesta con la comida y emprendió el camino hacia la casa de su abuelita.

Mientras caminaba por el bosque, se encontró con el astuto zorro Fideo. "-¡Hola Caperucita! ¿A dónde vas tan apurada?", preguntó Fideo con una sonrisa traicionera. Caperucita recordó las advertencias de su mamá sobre los peligros del bosque y decidió no revelarle a Fideo adonde iba.

"-Voy a dar un paseo por el bosque, nada más", respondió ella evasivamente. Fideo frunció el ceño y pensó en un plan para engañar a Caperucita. "-¿Sabes qué? He escuchado que hay unas flores hermosas al otro lado del río.

Podrías llevarle algunas a tu abuelita", sugirió él con malicia.

Intrigada por la idea de hacer feliz a su abuelita con flores frescas, Caperucita siguió las indicaciones falsas de Fideo y cruzó el río sin darse cuenta de que estaba siendo engañada. Mientras tanto, en la casa de la abuelita, esta esperaba ansiosamente la llegada de su nieta para compartir juntas la comida preparada con tanto amor por su hija.

Al ver pasar las horas sin noticias de Caperucita, decidió salir a buscarla por el bosque.

En ese momento crucial, cuando todo parecía perdido para Caperucita extraviada en medio del bosque desconocido gracias al engaño del zorro Fideo; apareció un amable guardabosques que escuchando los gritos angustiados de Caperucitao logró rescatarla antes que algo peor pasara. Finalmente madre e hija pudieron reunirse junto a la abuela, quien les dio las gracias emocionadas mientras compartían una linda cena familiar.

Desde ese día, Caperucitaa aprendió lo importante que es ser obediente, cuidadosa atenta ante los peligros pero sobre todo nunca dejarse engañar nuevamente. Y así vivieron felices para siempre disfrutando cada momento juntas. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN.

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