La autenticidad de Adriana y Juanito


Había una vez una niña llamada Adriana, que vivía en un pequeño pueblo. Un día soleado, decidió ir a la plaza para jugar con sus amigos y disfrutar del hermoso clima.

Mientras caminaba hacia la plaza, Adriana se encontró con su vecino Juanito. Juanito era un niño muy travieso y siempre buscaba hacer travesuras. - ¡Hola Adriana! ¿Vas a la plaza? - preguntó Juanito con una sonrisa pícara en su rostro.

- Sí, voy a jugar con mis amigos. ¿Te gustaría venir también? - respondió Adriana amablemente. Juanito pensó por un momento y decidió aceptar la invitación de Adriana. Juntos, caminaron hacia la plaza riendo y charlando animadamente.

Al llegar a la plaza, Adriana vio a sus amigos jugando al fútbol en el campo. Se acercó corriendo para unirse al juego mientras Juanito observaba desde lejos. Adriana demostraba habilidades impresionantes en el fútbol.

Era rápida, ágil y tenía un gran sentido de trabajo en equipo. Sus amigos estaban asombrados por su talento y comenzaron a aplaudirla emocionados. Juanito sintió cierta envidia al ver cómo todos admiraban las habilidades de Adriana.

Decidió hacer algo para llamar la atención sobre sí mismo e intentar superarla. - Oigan chicos, ¡miren lo que puedo hacer! - exclamó Juanito mientras se subía a los columpios más altos del parque. Todos voltearon hacia él sorprendidos por su valentía pero también preocupados por su seguridad.

Adriana se acercó rápidamente, preocupada por su amigo. - ¡Juanito, ten cuidado! Eso es muy peligroso - advirtió Adriana con voz angustiada. Pero Juanito hizo caso omiso de las advertencias y continuó balanceándose cada vez más alto.

De repente, perdió el equilibrio y cayó al suelo, lastimándose el brazo. Adriana corrió hacia él y lo ayudó a levantarse mientras los demás llamaban a una adulta para que los ayudara.

Mientras esperaban la llegada de ayuda, Adriana le dijo a Juanito con ternura:- Juanito, entiendo que querías llamar la atención, pero no debes arriesgar tu seguridad ni hacer cosas peligrosas solo para sentirte importante. Todos tenemos habilidades diferentes y eso es lo que nos hace especiales.

En lugar de compararte conmigo o con otros niños, deberías enfocarte en descubrir tus propias fortalezas y talentos. Juanito asintió con tristeza mientras sostenía su brazo adolorido.

Comprendió el mensaje de Adriana y se dio cuenta de que había cometido un error al intentar imitarla sin considerar las consecuencias. Finalmente, llegaron los adultos y llevaron a Juanito al médico para asegurarse de que estuviera bien. Mientras tanto, Adriana volvió a jugar con sus amigos en la plaza.

Desde aquel día, Juanito aprendió a valorar sus propias habilidades y dejó de compararse con los demás.

A medida que crecían juntos en ese pequeño pueblo, Adriana siempre recordaba a su amigo la importancia de ser uno mismo y de encontrar la felicidad en las cosas que realmente amaba hacer. Y así, Adriana y Juanito demostraron a todos los niños del pueblo que cada uno es único y especial a su manera.

Aprendieron el valor de la amistad, la importancia de ser auténticos y descubrieron que lo más importante no es destacar ante los demás, sino ser felices con quienes son en su interior.

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