La Aventura Acuática



En el profundo océano de colores vibrantes, vivía una delfina llamada Lola. Era conocida por su camiseta de fútbol y su gorra que la hacían ver muy divertida. Lola era una delfina aventurera, le encantaba explorar y saltar por las olas. Pero había algo que la perturbaba: su hermano pequeño, Buby, tenía miedo de nadar.

Un día, mientras jugaba en la superficie del agua, vio a Buby observar desde la orilla, temblando de ansiedad.

"Buby, ¿por qué no te atreves a entrar al agua?" - pregunto Lola con una sonrisa.

"Es que tengo miedo de que el agua me tragará, Lola. No sé nadar" - respondió Buby con voz temblorosa.

Lola sintió una mezcla de ternura y determinación. Decidió que era momento de ayudar a su pequeño hermano a superar su miedo.

"No te preocupes, Buby. Yo estoy aquí contigo. Te enseñaré a nadar. ¡Va a ser muy divertido!" - dijo pero Buby aún dudaba.

"Pero, ¿cómo harás eso?" - inquirió Buby con ojos grandes.

"Primero, aprenderás a flotar, eso es lo más fácil. Solo tienes que relajarte. Ven, acóstate sobre el agua y haz como si estuvieras en una nube" - sugirió Lola animosamente.

Buby respiró profundamente y decidió intentarlo. Con la ayuda de Lola se deslizó al agua. Al principio, su corazón late fuerte mientras trataba de dejarse llevar.

"Eso es, Buby. Suelta el miedo y piensa en el juego, como cuando jugamos al fútbol en la playa" - anima Lola.

Para su sorpresa, Buby logró flotar, y su carita se iluminó al darse cuenta que no se hundía.

"¡Mirá, Lola! ¡Estoy flotando!" - exclamó Buby emocionado.

Pero al querer moverse, empezó a agitarse.

"Ahhh, ¡no puedo!" - gritó Buby, asustado.

"Está bien, Buby. Si te mueves rápido, es más difícil controlar tu cuerpo. Intenta mover los brazos lentamente, como cuando lanzamos el balón de fútbol" - aconsejó Lola.

Buby obedeció y, esta vez, se sintió más confiado. Con cada movimiento, su miedo se transformaba en alegría.

"¡Lo estoy haciendo, Lola!" - gritó vibrante de felicidad.

Sin embargo, en medio de su alegría, un fuerte oleaje apareció inesperadamente, y un pez grande saltó cerca de ellos.

"¡Ahhh! ¡Un monstruo del mar!" - gritó Buby, volviéndose a sentir nervioso.

"Es solo un pez, hermano. Recuerda lo que te enseñé: respira hondo y mantente en calma. Todo está bien. ¿Recuerdas cómo flotaste? ¡Hazlo de nuevo!" - aseguró Lola.

Buby respiró hondo, cerró los ojos y, aunque todavía temía, se dejó llevar de nuevo. Como en un juego, comenzó a flotar. Cuando el pez tomó un camino diferente, la calma regresó al océano.

"¡Lo hice! ¡Estoy nadando!" - exclamó Buby, ahora un poco más seguro.

Lola sonrió, sabiendo que su hermano había dado un gran paso. Decidió que era momento de celebrar.

"¡Vamos a hacer una carrera, Buby!" - propuso entusiasta.

"¿Una carrera? ¿Yo también puedo?" - preguntó Buby con los ojos brillantes de emoción.

"¡Claro! Vamos a ver quién llega primero a la roca amarilla" - dijo Lola.

Ambos se lanzaron a la carrera, y aunque Lola era más rápida, le daba tiempo a Buby para alcanzarla. El pequeño delfín se estaba divirtiendo tanto que no quería parar.

Finalmente, llegaron a la roca. Buby sonrió de oreja a oreja.

"¡Gané! No, espera, creo que llegamos juntos" - riendo dijo Buby.

"Lo importante es que nadamos juntos, Buby. Estoy muy orgullosa de ti. Ahora sabes que puedes hacerlo todo si te lo propones" - respondió Lola.

Desde aquel día, Buby nadaba felizmente sin miedo, siempre con su hermana a su lado lista para nuevas aventuras. Jugaron más juegos y enseñaron a otros delfines a nadar, convirtiéndose en los mejores maestros del océano. Juntos, aprendieron que la valentía no es la ausencia de miedo, sino seguir adelante a pesar de él.

Y así, en el océano repleto de risas y juegos, Lola y Buby vivirían muchas más aventuras ¡nada podía detenerlos!

FIN.

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