La Aventura Cumbiera de Lila
Era un día soleado en el barrio de Lila, una niña de diez años que adoraba bailar. Cada vez que escuchaba un ritmo de cumbia, su corazón se llenaba de alegría. Su abuela le contaba historias sobre la cumbia colombiana y cómo había llegado a ser tan popular. Pero a Lila le faltaba aprender algunos pasos que la harían sentir como una verdadera cumbiera.
Un día, mientras practicaba en su habitación, escuchó un golpe en la puerta. Al abrir, se encontró con su amigo Tomás. Él tenía una sonrisa radiante y un brillo en los ojos.
"¡Lila! ¡Hoy hay un festival de cumbia en el parque! Vamos a bailar juntos. Necesitamos mostrar lo que sabemos." - dijo Tomás emocionado.
"¡Qué gran idea! Per parece que no sé lo suficiente. ¿Me ayudarías a aprender algunos pasos?" - preguntó Lila, un poco nerviosa.
Tomás asintió enérgicamente y dijo:
"¡Claro que sí! Primero, tenemos que recordar lo más básico, el ‘paso cumbiero’. Se trata de mover las caderas de lado a lado mientras avanzamos con un pie y luego el otro. ¡Inténtalo!"
Lila se movió al compás de la música que imaginó, sintiendo cómo su cuerpo seguía el ritmo. Tomás la miraba con ánimo, moviendo su cuerpo también.
"Exacto, Lila. Ahora, agreguemos la ‘vuelta cumbiera’. Da un giro rápido mientras mantienes las manos en las caderas. ¡Así! ” - explicó Tomás, girando como una pequeña tromba.
Lila se rió y trató de imitarlo, girando y sintiendo una corriente de energía.
"¡Wooow! Como un tornado de cumbia." - dijo Lila, sintiendo que el baile la llenaba de fuerza.
Después de practicar algunos pasos más, tomaron un respiro y se sentaron a la sombra de un árbol que ofrecía refugio del calor del sol.
"Ahora, hablemos del festival. La competencia será dura. Hay un grupo de bailarines que son increíbles, ¡son los mejores del barrio!" - dijo Tomás, un poco desanimado.
"No importa, Tomás. Lo importante es disfrutar y dejar que la música nos lleve. Además, nosotros también estamos aprendiendo a ser mejores cumbieros. ¡Eso cuenta!" - respondió Lila con confianza.
El festival comenzó y los colores del escenario llenaron la plaza. Lila y Tomás se sumergieron entre la multitud para ver a otros bailar. Pronto, los equipos comenzaron a presentar sus coreografías, y los movimientos eran extraordinarios, llenos de energía y alegría.
Después de algunas actuaciones, era su turno. Lila miró a Tomás, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
"¿Estás listo?" - preguntó Lila.
"Listo y preparado. ¡Vamos a darlo todo!" - afirmó Tomás.
Con el corazón latiendo rápidamente, subieron al escenario. Lila cerró los ojos un segundo y recordó todo lo que habían practicado. La música comenzó a sonar, y con el primer ritmo, ambos comenzaron a moverse. El ‘paso cumbiero’ se sintió bien. Las caderas de Lila se movieron al compás de la melodía, y Tomás hizo lo mismo a su lado.
El público comenzó a ovacionar y aplaudir, lo que les dio un empujón de confianza. Lila recordó el ‘giro cumbiero’ y alzó los brazos, girando con gracia. La conexión entre ellos era perfecta: un magnífico dúo.
Al final de su presentación, ambos respiraron con alivio y sonrisas gigantes.
"¡Lo hicimos!" - gritó Lila, llena de felicidad.
Los aplausos inundaron el parque y, aunque no ganaron el primer premio, se sintieron como los verdaderos ganadores. Lila miró a Tomás y dijo:
"¿Viste? Lo más importante fue bailar con el corazón y disfrutar cada paso".
Tomás sonrió y asintió, orgulloso de haber compartido esa experiencia con su mejor amiga.
Desde ese momento, Lila entendió que la cumbia no solo se trataba de pasos y movimientos; era una expresión de alegría y amistad. A partir de ese día, cada vez que sonaba un acorde de cumbia, Lila sonreía, movía las caderas y bailaba con el alma, sabiendo que la felicidad del baile era lo que realmente importaba.
Y así, la pasión por la cumbia de Lila creció cada vez más, y nunca dejó de bailar, llenando su vida de alegría y música, junto a su inseparable amigo Tomás, creando recuerdos que durarían toda la vida.
FIN.