La aventura de Abril y la cabaña de mariposas



Era un día especial en la casa de Kaiwa, su primo. Había globos de todos los colores y una deliciosa torta con velitas. Todo el mundo reía y disfrutaba del cumpleaños, pero en medio de la celebración, Abril tenía su propia fiesta en mente.

- ¡Soy una mariposa! - gritaba encantada, con su boca de trapo.

Abril siempre había amado las mariposas. Le fascinaba cómo danzaban en el aire, llenando el mundo de alegría y color. Esa tarde, mientras la lluvia caía suave del cielo, se imaginaba volando entre flores y brincando de rama en rama.

- ¡Mirá, soy la mariposa más linda del jardín! - decía mientras corría descalza por el césped mojado, sus cabellos al viento.

Kaiwa, su primo, decidió unirse a la diversión.

- ¡Entonces yo soy tu jardín! - exclamó, saltando entre los charcos.

Ambos se reían mientras los demás jugaban en el interior. De repente, el sonido de la lluvia cambió y un rayo iluminó el cielo, haciendo que todos miraran hacia afuera.

- ¡Es un arcoíris! - gritó Abril, corriendo hasta la ventana.

- ¡Vamos afuera a buscarlo! - propuso Kaiwa con entusiasmo.

Salieron corriendo y, para su sorpresa, encontraron varios colores entre los árboles, como si las mariposas estuvieran danzando en el aire.

- Vamos a construir algo - sugirió Abril, recordando cuentos de hadas en los que las mariposas tenían su propio hogar.

- ¡Sí! Una cabaña de mariposas - respondió Kaiwa, emocionado.

Juntos, decidieron que su cabaña sería un lugar mágico. A su alrededor, encontraron ramas, hojas, y flores caídas de las lluvias. Empezaron a construir una pequeña estructura entre los árboles.

Mientras armaban la cabaña, se dieron cuenta de que podían hacerla aún más especial.

- ¡Vamos a decorarla! - dijo Abril, buscando piedras y hojas de colores.

- Y también podríamos dibujar mariposas en el suelo - agregó Kaiwa.

A medida que pasaban las horas, la cabaña fue tomando vida. Usaron todo lo que encontraron: palos para las paredes, y flores para adornar el techo. Al final, se sentaron dentro con orgullo.

- ¡Esto es perfecto! - dijo Abril, mirando su obra.

De repente, notaron que algunas abejas revoloteaban cerca.

- ¡Las amigas de las mariposas! - exclamó Kaiwa.

- ¡Ellas también tienen su casa cerca! - dijo Abril, emocionada.

Con curiosidad, se acercaron un poco más y descubrieron un pequeño jardín lleno de flores.

- ¿Ves? La naturaleza siempre tiene sorpresas - afirmó Kaiwa.

Abril sonrió, pensando en cómo ella misma había creado un rincón especial donde las mariposas podrían venir a jugar.

Ya pasaba el día y se escuchaban risas desde la casa.

- ¡Es hora del cumpleaños! - recordó Abril.

- Vamos a contárselo a todos - sugirió Kaiwa, mientras regresaban felices.

Cuando los adultos vieron la cabaña, se unieron en la diversión, trayendo más flores y risas.

- Somos un equipo de mariposas y abejas - dijo Abril con una gran sonrisa.

El caos del cumpleaños se transformó en un festín de creatividad: todos ayudaron a decorar la nueva cabaña mientras bailaban y cantaban.

Al final del día, cuando la noche comenzó a caer y las estrellas brillaban en el cielo, Abril miró a su alrededor.

- ¡Hoy hemos aprendido a construir nuestra propia magia! - comentó Kaiwa.

- Sí, y que siempre hay que seguir el rumbo de nuestros sueños, aunque se pongan nublados - respondió Abril, descubriendo que su amor por las mariposas había unido a todos en una aventura inolvidable.

Con el corazón lleno de alegría, cerraron los ojos, sintiendo que en cada momento fue como si hubieran volado con las mariposas.

Y así, aquel día, en medio de risas y sueños, quedaría grabado para siempre en sus corazones.

FIN.

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