La Aventura de Agus y Sofi



En una escuela de Buenos Aires, había un niño llamado Agus que siempre iba a clase en su silla de ruedas. Agus era un chico curioso y muy inteligente, pero a veces se sentía un poco diferente a los demás. Un día, en el recreo, vio a una niña llamada Sofi que jugaba a la pelota con sus amigos.

Agus, sintiendo un poco de envidia, se acercó y dijo:

"¿Me dejás jugar con ustedes?"

Sofi miró a Agus y, con una gran sonrisa, respondió:

"¡Claro! Pueden jugar con vos también. ¿Cómo jugamos?"

Agus sonrió al sentirse incluido. Jugaron a echarse la pelota, y cuando cayó en el suelo cerca de Agus, Sofi fue rápida en recogerla y tirársela de nuevo. Sin embargo, un par de niños comenzaron a reírse:

"¿Qué hace Agus aquí? ¡No puede correr!"

Sofi se sintió incómoda. No le gustaba que se rieran de su nuevo amigo. Así que dijo:

"La diversión no se trata solo de correr. ¡Agus puede ser el árbitro!"

Los demás aceptaron un poco a regañadientes, pero pronto se dieron cuenta de que Agus era el mejor árbitro, siempre justo y muy amigable.

Con el tiempo, Agus y Sofi se hicieron inseparables. Un día, Agus le contó a Sofi que siempre había querido participar en una carrera de sillas de ruedas en el parque. Sofi, emocionada, le dijo:

"¡Debemos preparar algo especial! Podemos entrenar juntos. ¡Voy a correr junto a vos!"

Agus, entusiasmado, comenzó a soñar con esa carrera.

Pasaron los días y comenzaron a entrenar en el parque. Sofi corría y Agus se movía con su silla de ruedas. Le enseñaba algunos trucos sobre cómo mantener el equilibrio y cómo tomar mejor las curvas:

"Tenés que inclinarte un poco hacia un lado en las curvas. Así es más fácil para vos"

"¡Genial! Yo puedo hacer eso, Sofi. ¡Esto es muy divertido!"

Finalmente llegó el día de la carrera. Estaba llena de gente, risas y colores. Agus estaba un poco nervioso mientras Sofi le decía:

"Lo importante es disfrutar. No importa si ganamos o no. Somos un gran equipo"

Agus sonrió, sintiendo el apoyo de su amiga.

En la línea de salida, Agus y Sofi se miraron y contaron hasta tres. ¡En cuanto dieron la señal, comenzó la carrera! Sofi corría a su lado, animando y gritando:

"¡Vamos, Agus! ¡Podés hacerlo!"

A medida que avanzaban, Agus sintió cómo sus ruedas giraban cada vez más rápido. ¡Era emocionante! Sin embargo, en un momento, la silla se desvió y Agus perdió el control. Sofi corrió en su ayuda:

"¡Detene-te! ¡Estoy aquí!"

Con calma, logró estabilizar la silla y Agus se rió nervioso:

"¡Ese fue un gran giro inesperado!"

Finalmente, cruzaron la línea de meta juntos. No fueron los primeros, pero tampoco los últimos. Todos aplaudieron y los animaron:

"¡Bravo por Agus y Sofi! ¡Han sido increíbles!"

Agus estaba radiante y Sofi estaba tan feliz por él:

"Lo logramos, Agus. ¡Esto fue genial!"

Después de la carrera, Agus se dio cuenta de que la verdadera victoria no estaba en el lugar que ocupó, sino en el apoyo de su amiga y la alegría de participar. Y así, desde ese día, Agus y Sofi no solo fueron amigos, sino también un ejemplo para todos sus compañeros de que todos merecen ser incluidos y que la amistad es lo que más importa.

Y así acabó la aventura de Agus y Sofi, pero su historia de amistad apenas comenzaba.

FIN.

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