La Aventura de Aldo y Samm en Japón



Una soleada mañana, Aldo y su esposa Samm estaban sentados a la mesa, emocionados porque ese día cumplían años. Tenían planes de celebrar, pero algo especial estaba a punto de suceder.

"- ¡Samm!", dijo Aldo mientras tomaba su café, "¿te imaginas si pudiéramos ir a Japón como regalo de cumpleaños?".

"- ¡Eso suena increíble!", respondió Samm con sus ojos brillando de emoción. "Siempre he soñado con ver los cerezos en flor".

Después de organizar un viaje sorpresa, Aldo afirmó: "- ¡Vamos! Nos espera una aventura.

Pronto se encontraron volando hacia el país del sol naciente. Al aterrizar, Aldo y Samm estaban deslumbrados por la belleza de Tokio. Las luces brillantes, la gente sonriente y el olor a comida deliciosa llenaban el aire.

"- ¡Mirá todas esas luces!", exclamó Aldo. "Nunca he visto algo así".

"- ¡Sí, es mágico!", agregó Samm. Por el camino, encontraron un pequeño puestito que vendía takoyaki. Ambos se miraron y decidieron probarlo. A medida que comían, Aldo dijo:

"- Esto es lo más rico que he probado en mi vida".

Samm coincidió: "- ¡Estamos haciendo recuerdos hermosos!". Pero eso no fue solo comida; querían conocer la cultura. Se acercaron a un puesto donde una amable anciana tejía hermosos origamis.

"- ¡Hola! ¿Nos podrías enseñar a hacer uno?", preguntó Samm. La anciana sonrió y asintió.

"- Claro. Primero, elige un color", dijo y les enseñó a hacer un grulla de papel. Después de varios intentos fallidos, Aldo logró hacer uno con mucho esfuerzo. "- ¡Mirá, Samm!", anunció con orgullo.

"- ¡Es hermoso!", contestó ella antes de hacer uno también. De repente, un viento fuerte comenzó a soplar y ambos origamis volaron.

"- Oh no!", gritaron al unísono. Pero la anciana soltó una risa suave, "- No se preocupen, los origamis tienen su propia aventura ahora".

Aldo y Samm sonrieron, sintiendo que, aunque habían perdido sus creaciones, habían ganado algo más: una lección de desprendimiento.

Días después, recibieron una invitación para participar de una ceremonia del té tradicional. Con nervios y emoción, se adentraron en el hermoso jardín donde se realizaría la ceremonia. Un hombre vestido con un kimono les dio la bienvenida.

"- Bienvenidos“, dijo con una sonrisa. "Aquí aprenderán sobre la paz y la tranquilidad".

Mientras disfrutaban la ceremonia, el hombre explicó: "- El té no solo se toma, se siente". Aldo y Samm comenzaron a entender que cada momento era un regalo. En un momento, Aldo se atrevió a preguntar:

"- ¿Cómo podemos ser parte de esta tradición después de volver a casa?"

El hombre sonrió, "- Simple. Lleven consigo la calma que sienten aquí. Encuentren su propio espacio para disfrutar de un buen té".

Finalmente, en su último día, decidieron visitar el monte Fuji. Al llegar, se sorprendieron por cómo la imponente montaña se alzaba sobre ellos. "- Es tan majestuoso, Samm!", comentó Aldo, sintiéndose pequeño ante tal grandeza.

Samm miró hacia arriba y susurró: "- Al igual que nuestros deseos, parece estar tocando el cielo". Fue en ese instante cuando decidieron hacer una promesa: seguir explorando el mundo juntos, y hacer de cada cumpleaños un nuevo comienzo.

Al regresar, ambos sabían que esta experiencia había cambiado sus vidas. "- Cada año, en nuestro cumpleaños, viajaremos para vivir aventuras como esta”, dijo Aldo mientras sostienía la mano de Samm.Ambos rieron al pensar en las historias que contarían, las comidas que probarían, y las amistades que harían en futuros viajes.

Y así, Aldo y Samm vivieron felices, sabiendo que el verdadero regalo no era solo el viaje a Japón, sino cada momento compartido y las lecciones aprendidas en el camino.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!