La Aventura de Allisom en Yamasa
En un pequeño y colorido pueblo llamado Yamasa, vivía una bebé muy especial llamada Allisom. Desde que nació, Allisom tenía una luz en sus ojos que brillaba como el sol. Era conocida en todo el pueblo por su risa contagiosa y su gran curiosidad por el mundo que la rodeaba.
Un día, mientras Allisom jugaba en el jardín de su casa, vio a sus amigos corriendo hacia el bosque.
"¿Dónde van?" - preguntó Allisom con su voz suave y melodiosa.
"Vamos al bosque a buscar flores y aventuras," - respondió Tomás, uno de sus amigos.
Allisom siempre estaba lista para una nueva aventura, así que decidió unirse a ellos. Se levantó con entusiasmo y siguió a sus amigos, saltando y riendo.
Cuando llegaron al bosque, se encontraron con un hermoso arco iris que brillaba entre los árboles. Todos los niños estaban maravillados.
"¡Miren qué bonito!" - exclamó Allisom.
"Sí, es el arco iris de la amistad," - dijo Clara, otra amiguita. "Siempre que vemos uno, significa que tenemos que cuidarnos y ser buenos entre nosotros."
Sintiéndose inspirada, Allisom decidió que querían hacer algo especial.
"¿Qué les parece si recogemos flores para hacer un ramo gigante y lo llevamos a la abuelita Rosa? Ella siempre nos cuenta cuentos hermosos."
Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a recoger flores de todos los colores. Mientras jugaban y reían, Allisom recordó algo que su mamá le había contado.
"La mamá de Allisom siempre dice que hacer cosas buenas por los demás llena el corazón de alegría," - comentó Allisom. "¡Esto es lo que estamos haciendo!"
Los niños continuaron recogiendo flores y al ver algo brillante en la distancia, decidieron ir a investigarlo. Cuando se acercaron, se dieron cuenta de que estaban frente a una cueva misteriosa.
"¿Entramos?" - preguntó Tomás con un poco de miedo.
"¡Sí!" - dijo Allisom, valiente y decidida. "No hay nada que temer si estamos juntos."
Así que, con agallas, entraron a la cueva. Dentro, se encontraron con un montón de piedras preciosas que relucían como estrellas.
"¡Wow!" - exclamó Clara. "¡Son hermosas!"
"Pero no podemos quedarnos con ellas, debemos volver al pueblo y contar lo que vimos," - dijo Allisom, recordando la importancia de compartir.
Los amigos decidieron salir de la cueva y regresar al pueblo con el ramo de flores en lugar de las piedras preciosas. Cuando llegaron a la casa de la abuelita Rosa, la alegría los invadió.
"¡Sorpresa!" - gritaron todos.
La abuelita Rosa sonrió y los abrazó a todos.
"¿Qué es esto tan hermoso?" - preguntó señalando el ramo de flores.
"Son para vos, abue. Quisimos traerte algo lindo mientras te contamos de nuestra aventura," - dijo Allisom emocionada.
La abuelita los llevó adentro y les contó una historia sobre el valor de la amistad.
"Los mejores tesoros no son los que encontramos, sino los momentos que compartimos con quienes amamos," - finalizó.
Mientras escuchaban, Allisom y sus amigos se sintieron llenos de alegría, comprendiendo que lo más importante en sus corazones era estar juntos, compartir y cuidarse unos a otros. Desde ese día, cada vez que veían un arco iris, se recordaban de su aventura y de lo valioso que era el amor y la amistad entre ellos.
Y así, Allisom, la pequeña del pueblo de Yamasa, continuó viviendo emocionantes aventuras, siempre con una sonrisa y el corazón lleno de amor por sus amigos. Porque, al final del día, lo que realmente importaba era el cariño que compartían.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.