La Aventura de Amista, Carmen y Julia



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Vallecito, y Amista, Carmen y Julia se despertaron muy emocionadas. La escuela había avisado que iba a haber una pequeña tormenta, así que decidieron que no irían. En lugar de eso, se armaron de valor y se pusieron a planear una gran aventura.

"¿Qué hacemos?" - preguntó Amista con una sonrisa traviesa.

"¡Vamos a explorar el Bosque Lúcido!" - exclamó Carmen, recordando las historias que les contaba su abuelo sobre ese lugar mágico.

"Sí, pero... ¿y si nos perdemos?" - dijo Julia, un poco nerviosa.

Amista, siempre llena de energía y entusiasmo, la miró y le dijo:

"¡No te preocupes! Podemos llevar una brújula y un mapa. Además, siempre puedo subir a un árbol y ver desde arriba. ¡Vamos!"

Las tres amigas se armaron con bocadillos, una linterna y, por supuesto, la brújula. Mientras caminaban hacia el bosque, cada paso era lleno de risas y sueños.

Al llegar, el bosque lucía impresionante. Los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, y una brisa fresca soplaba entre las hojas. Las chicas comenzaron a explorar, tomándose fotos y riendo mientras se perdían en el misterio de la naturaleza.

Después de un rato, decidieron hacer una pausa. Se sentaron en un claro y sacaron un bocadillo.

"¡Qué rico está esto!" - dijo Julia mientras mordía su sándwich.

"Sí, mira qué hermoso es nuestro picnic aquí, rodeadas de tantos árboles" - comentó Carmen.

"Que bien elegimos no ir a la escuela hoy" - añadió Amista, disfrutando del momento.

Pero de repente, algo extraño sucedió. El cielo comenzó a nublarse y un viento fuerte empezó a soplar. Las chicas miraron alrededor y se dieron cuenta de que no sabían en qué dirección habían venido.

"Uh-oh, creo que nos hemos perdido..." - dijo Carmen, asustada.

"No, no, no! Esto no puede estar pasando. No se asusten, podemos arreglarlo" - dijo Amista tratando de mantener la calma.

"¿Y cómo?" - preguntó Julia con lágrimas en los ojos.

Amista sacó la brújula.

"Primero, tenemos que recordar la dirección en la que vinimos. ¡Vamos a concentrarnos!" - propuso.

Poco a poco, las chicas comenzaron a recordar. Reconocieron algunos árboles inclinados y una pequeña piedra brillante que habían visto antes. Decidieron seguir el camino que habían tomado, haciéndole frente al miedo.

Después de unos minutos de caminar, finalmente oyeron el murmullo del río que estaba cerca del bosque. Las chicas empezaron a correr hacia el sonido hasta que vieron el río brillar bajo la luz que comenzaba a salir nuevamente.

"¡Allí está, el río!" - gritó Julia mientras señalaba emocionada.

"¡Eso significa que estamos cerca de casa!" - exclamó Carmen.

"¡Rápido! Vamos!" - dijo Amista mientras corrían en dirección al sonido.

El camino parecía más fácil ahora, y después de unas cuantas risas y tropiezos, llegaron a la orilla del río. Desde allí, pudieron ver el sendero que llevaban a casa.

"Lo logramos, ¡no estamos perdidas!" - dijo Julia, aliviada.

Cruzaron el río con cuidado y se encontraron finalmente en el camino de regreso. Al llegar a sus casas, sus mamás las recibieron muy preocupadas.

"¡¿Dónde estuvieron? !" - preguntó la mamá de Carmen, aún con la voz tensa.

"Exploramos el Bosque Lúcido, mamá, ¡fue una aventura!" - respondió Carmen con la voz llena de emoción.

Las chicas contaron a sus familias todo acerca de su día. Al final, sus mamás se sintieron orgullosas de que habían trabajado juntas, se habían ayudado y habían aprendido a ser responsables.

De ese día en adelante, Amista, Carmen y Julia decidieron que tendrían días de aventuras, pero siempre estarían preparadas y llevarían una brújula y un mapa. Con el tiempo, esa experiencia fortaleció su amistad y las convirtió en grandes aventureras.

Y así, aunque no fueron a la escuela, aprendieron algo mucho más grande: que la amistad y el trabajo en equipo pueden ayudar a enfrentar cualquier desafío.

FIN.

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