La aventura de Ana María y el lagarto en las Islas Canarias



Ana María estaba muy emocionada por su viaje a las Islas Canarias. Había leído mucho sobre sus playas, su clima y, especialmente, sobre sus arenas volcánicas.

Cuando llegó al puerto de Las Palmas de Gran Canaria, se encontró con un grupo de niños que jugaban en la playa. Ana María se acercó a ellos y les preguntó si sabían algo sobre las arenas volcánicas. - ¡Sí! -dijo uno de los niños-. Son arenas que vienen del volcán.

- ¿Y cómo es eso? -preguntó Ana María interesada. - Pues verás -explicó el niño-, cuando un volcán entra en erupción, expulsa lava y ceniza al aire.

La ceniza cae al suelo y con el tiempo se convierte en arena. Esa arena es la que ves aquí en la playa. Ana María quedó impresionada por lo que acababa de aprender. Decidió seguir explorando las islas para entender más sobre ellas.

Mientras caminaba por una zona montañosa cerca del Teide, el volcán más grande de España, escuchó unos ruidos extraños provenientes de una cueva cercana. Con curiosidad, decidió investigar qué era ese sonido misterioso. Al entrar en la cueva, descubrió un pequeño lagarto atrapado entre unas rocas.

El lagarto parecía asustado y no podía salir por sí solo. Ana María decidió ayudarlo. Cuidadosamente movió las rocas hasta liberarlo y llevándolo afuera para asegurarse que estuviera bien antes de soltarlo nuevamente en su hábitat natural.

- ¡Gracias! -dijo el lagarto en un tono que Ana María logró entender- No esperaba ser rescatado por alguien como tú.

Ana María se sorprendió al escuchar al lagarto hablar, pero rápidamente recordó que las islas Canarias eran un lugar mágico y lleno de misterios. El lagarto le dijo a Ana María que lo llevase con ella para mostrarle los secretos más profundos de la isla.

Juntos, exploraron cuevas y caminaron por senderos rocosos mientras el lagarto le contaba historias sobre los antiguos habitantes de las islas y cómo habían aprendido a vivir en armonía con la naturaleza. Finalmente, llegaron a una playa donde había una gran cantidad de gente reunida.

El grupo estaba emocionado viendo algo en el horizonte. Ana María se acercó para ver qué era todo ese entusiasmo. Allí, frente a ellos, apareció un pod de delfines saltando fuera del agua en perfecta sincronización.

Era un espectáculo impresionante y todos estaban encantados con la vista. Ana María entendió entonces que los secretos de las islas no eran sólo sus arenas volcánicas o su paisaje montañoso; sino también su fauna marina y terrestre, así como su historia y cultura única.

Desde aquel día, Ana Maria regresó a casa llena de nuevas experiencias e historias para contar sobre Las Islas Canarias. Y siempre recordaría esa inolvidable aventura junto al amigable lagarto quien le enseñó mucho sobre los misterios ocultos detrás del paisaje idílico.

FIN.

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