La Aventura de Benja y Beltrán en la Cancha de River
Había una vez, en una tarde soleada en Buenos Aires, dos amigos inseparables: Benja y Beltrán. Ambos vivían en la maravillosa cancha de River Plate, donde los sueños de futbolistas se hacían realidad. Desde que tuvieron uso de razón, pasaban sus días corriendo por el campo verde, pateando una pelota desgastada pero llena de vida.
"¡Vamos, Beltrán!" -exclamaba Benja, mientras driblaba a su amigo como si fuera el mejor defensor del mundo. "¡No te voy a dejar pasar!" -respondía Beltrán, riendo mientras trataba de recuperar la pelota.
Los días transcurrían entre risas, goles y aventuras. Benja soñaba con ser un gran jugador, mientras que Beltrán quería ser el mejor entrenador. Un día, mientras entrenaban, notaron algo extraño en la tribuna.
"¿Viste eso, Beltrán? Parece que hay un grupo de chicos que están llorando" -dijo Benja, preocupado.
"Sí, vamos a ver qué pasa" -respondió Beltrán, decidido.
Cuando llegaron, se encontraron con un grupo de chicos que estaban desilusionados porque su equipo local había perdido un partido importante.
"¿Por qué están tan tristes?" -preguntó Benja.
"Nuestro equipo perdió, creemos que nunca vamos a ganar" -suspiró uno de ellos.
Benja y Beltrán se miraron sorprendidos. No podía ser que los chicos dejaran de creer en su equipo.
"¡Eso no puede ser!" -dijo Beltrán, lleno de energía. "¡Nosotros somos River Plate! ¡Siempre luchamos!"
"Exacto, ¡el fútbol es así! Algunas veces se gana y otras se pierde" -agregó Benja.
Los chicos empezaron a escucharles, algunos incluso sonrieron.
"¡Vamos a mostrarles cómo se juega!" -se entusiasmó Benja. "Hagamos un partido!"
"Sí, ¡será un encuentro especial con un gran equipo!" -gritó Beltrán.
Y así, organizando el equipo entre risas y buen humor, Benja y Beltrán invitaron a todos los niños a jugar un partido amistoso. Pronto, la tristeza se convirtió en alegría y el llanto en risas. Todo el mundo disfrutó del juego, olvidando por un momento la derrota de su equipo.
Después del partido, mientras los chicos estaban cansados pero felices, Benja decidió dar un pequeño discurso.
"Hoy nos hemos divertido mucho. El fútbol no solo se trata de ganar, sino de compartir, disfrutar y aprender de cada partido" -dijo.
Beltrán, inspirado, añadió: "Sí, y debemos recordar que todos los grandes jugadores también han perdido. Lo importante es seguir adelante y nunca dejar de soñar" -sonrió.
Los chicos se fueron a casa con una nueva perspectiva sobre el fútbol y la importancia de la amistad. Desde ese día, Benja y Beltrán no solo siguieron jugando, sino que comenzaron a organizar partidos para todos en la cancha de River, convirtiéndose en los mejores embajadores de la alegría, el aprendizaje y el compañerismo.
La cancha de River no solo era su hogar, sino también un lugar donde la pasión por el fútbol unía a todos, sin importar el resultado. Y así, Benja y Beltrán aprendieron que, además de ser amigos, eran también grandes inspiradores para todos los que amaban el juego. Y así, la historia de dos amigos que vivían en la cancha de River Plate se convirtió en una leyenda que inspiró a muchos a seguir soñando y jugando.
FIN.