La Aventura de Betti y su Cocodrilo



Era un día soleado en el barrio de Betti, una niña curiosa que tenía un cocodrilo como mascota. Su nombre era Cocolito, y era muy juguetón. Betti y Cocolito estaban disfrutando de un día de juegos en el jardín, cuando de repente, apareció un pato que nadaba en una pequeña pileta que habían hecho.

"¡Hola! Soy Pato!" - dijo el pato con una voz alegre.

"¡Hola, Pato! ¡Soy Betti y este es Cocolito!" - respondió Betti, mientras acariciaba a su cocodrilo.

Pero antes de que Betti pudiera preguntar qué hacía el pato allí, un perro que corría por el jardín apareció de la nada.

"¡Guau! ¡Yo soy Rex! ¿Se están divirtiendo?" - exclamó el perro moviendo la cola.

"¡Sí! ¿Quieres unirte a nosotros?" - preguntó Betti.

Rex se acercó y, justo cuando comenzaron a jugar, escucharon un trompetazo. Era un elefante que apareció con un gorro amarillo.

"¡Hola, amigos! Soy Elefante, y siempre traigo diversión conmigo. ¿Se suman a un juego?" - dijo el elefante mientras movía su trompa.

Betti, encantada, respondió:

"¡Claro! ¿Qué juego vamos a jugar?"

De repente, un pequeño ratón se asomó de atrás de una maceta.

"¡Yo también quiero jugar! Soy Ramito, el ratón más rápido del barrio!" - dijo con voz tímida pero decidida.

"¡Bienvenido, Ramito!", exclamó Betti. "Cuantos más, mejor!"

Y así, el grupo se fue llenando de nuevos amigos. Un gato elegante se unió, estirando su cuerpo,

"Soy Gato y siempre estoy listo para la aventura. ¿Dónde hay diversión aquí?" - preguntó con un guiño.

Mientras tanto, apareció un niño llamado Tommy, que llevaba una pelota en sus manos.

"¿Puedo jugar?" - preguntó con entusiasmo.

"¡Sí! Cuantos más, mejor!" - dijo Betti una vez más, emocionada por todos sus nuevos amigos.

Pero cuando Betti pensaba que todo iba bien, apareció una mujer que, a simple vista, no era muy agradable de ver. Tenía un rostro arrugado y una mirada seria.

"¿Qué es todo este alboroto?" - preguntó con desdén.

Betti, sin hacerse intimidar, sonrió y le dijo:

"Estamos jugando, señora. ¡Es muy divertido! ¿Quisiera unirse a nosotros?"

"¿Unirme yo? No creo que eso sea divertido. Además, tengo cosas importantes que hacer" - respondió con un tono despectivo.

Un hombre con barba se acercó, escuchó la conversación y dijo:

"Señora, a veces, es bueno relajarse un poco y disfrutar de la vida. ¿Alguna vez ha probado simplemente jugar?"

La mujer frunció el ceño, pero el hombre continuó:

"Mire a todos estos niños y animales. Se ven tan felices. Quizás podría dejar de lado sus preocupaciones por un momento y unirse a la diversión."

La mirada de la señora comenzó a cambiar. Se dio cuenta de que había un ambiente positivo a su alrededor, y poco a poco, la seriedad fue desapareciendo.

"Bueno, tal vez..." - dudó, mientras sus ojos se iluminaban levemente. "¿Qué tipo de juego están haciendo?"

"¡Estamos jugando a la pelota!" – dijo Tommy, ilusionado, mientras pasaba la pelota entre todos.

Al final, la señora, con un ligero sonrojo, decidió unirse. Todos juntos comenzaron a jugar, y aunque al principio ella parecía torpe haciendo nuevos amigos, pronto se olvidó de su seriedad. La alegría contagió su corazón.

"¡Esto es más divertido de lo que pensé!" - exclamó mientras se reía.

Así, una tarde llena de juegos y risas se convirtió en una experiencia inolvidable. Todos los animales, Betti, Tommy, y hasta la señora fea y el hombre barbudo, aprendieron que a veces, solo se necesita un poco de valentía para romper las barreras y disfrutar de la vida.

Desde ese día, hasta la señora creía que jugar era lo mejor del mundo, y su expresión se volvió más amable, porque entendió que la felicidad se encuentra en los momentos simples, ¡como jugar con amigos!

Así fue como Betti, su cocodrilo, y todos sus amigos dejaron huellas especiales en sus corazones.

Y cada vez que se escuchaba una risa en el barrio, sabían que era un recordatorio de que aprender y jugar siempre van de la mano.

FIN.

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