La Aventura de Caca y Pipí
En un pequeño bosque lleno de árboles frondosos y flores de colores, vivía un curioso animalito llamado Lucho, un sapo verde que tenía un extraño apetito. Lucho era un sapo muy especial, ya que le encantaba explorar y probar todo lo que encontraba en su camino. Sin embargo, había algo que le gustaba más que nada: ¡la caca!
Un día soleado, mientras Lucho saltaba de hoja en hoja, encontró una caca brillante y jugosa en el sendero.
"¡Mmm! ¡Qué deliciosa se ve!" - pensó mientras se acercaba.
Pero justo en ese momento, apareció su mejor amigo, Tito, un pequeño ratón con una gran curiosidad.
"¡Lucho! ¿De nuevo con eso? ¡No entiendo cómo podés comer caca!" - exclamó Tito, frunciendo el ceño.
"Es rica y nutritiva, amigo. ¡Tenés que probarla!" - insistió Lucho, mientras lamía sus labios.
Tito se rascó la cabeza.
"Oye, no sé… Además, hay cosas más ricas, como las frutas y los granos. ¡Vamos a buscar algo mejor!" - sugirió.
Lucho sintió que había un reto en la voz de su amigo. Decidieron embarcarse en una aventura para demostrar que la caca era algo valioso. Juntos empezaron a explorar diferentes partes del bosque.
Mientras caminaban, se encontraron con algunos animales que tenían sus propias opiniones sobre lo que Lucho comía. En un claro, conocieron a Pica, una ardilla muy sabia.
"Hola, amigos. ¿Qué los trae por aquí?" - preguntó Pica.
"Vine a demostrar que la caca es deliciosa y nutritiva," - dijo Lucho con orgullo.
Pica se rió.
"¡Ay, Lucho! La caca tiene su propósito en la naturaleza, pero no es algo que debas comer. Hay mucha comida rica en el bosque, ¿por qué no la buscan?"
Lucho sintió que sus ganas de probar otras comidas empezaban a crecer. Sin embargo, él quería demostrar que su elección alimenticia era válida.
Continuaron su camino hasta que encontraron un árbol repleto de frutas.
"¡Mirá eso!" - gritó Tito emocionado, apuntando a las frutas.
"De acuerdo, las frutas son ricas. Pero, ¿qué pasa con lo que yo como?" - reflexionó Lucho.
"Además de las cacas, podemos probar las frutas y ver cuál es mejor. ¿Qué te parece, Lucho?" - propuso Tito.
Lucho, curioso y abierto a nuevas experiencias, aceptó. Juntos treparon el árbol y comenzaron a probar duraznos, peras y manzanas.
"¡Esto es increíble!" - exclamó Lucho mientras disfrutaba el sabor dulce de un durazno.
"¿Ves? Hay un mundo delicioso allá afuera. ¡E incluso tenés opciones!" - dijo Tito animado.
Con un nuevo gusto por las frutas, Lucho se dio cuenta de que a veces la curiosidad puede abrir puertas a nuevas y emocionantes experiencias.
"Estuvo bueno probar otras cosas, Tito. Quizás no debería limitarme solo a la caca. ¡Podemos comer de todo!" - sonrió Lucho.
"¡Exactamente! Cada uno tiene sus sabores favoritos, y eso es lo que hace nuestros almuerzos tan divertidos" - dijo Tito mientras disfrutaban de la variedad de frutas.
A partir de ese día, Lucho siguió explorando diferentes comidas en el bosque.
"¡Quizás encuentro una mezcla perfecta entre la caca y las frutas!" - bromeó Lucho.
Tito se rió.
"Cada uno tiene sus gustos, pero no olvides que siempre hay otras opciones para explorar. ¡La curiosidad es la llave para grandes aventuras!" - concluyó.
Así, los amigos continuaron sus días en el bosque, aprendiendo a disfrutar de una variedad de sabores y a respetar los gustos de los demás.
Y aunque a Lucho le seguía gustando la caca, entendió que también había un mundo entero de delicias por descubrir. ¡Y eso era lo más emocionante de todos!
FIN.