La Aventura de Carla y Carlos en la Praderita Mágica
Era un hermoso día en la praderita mágica donde vivían Carla, la conejita vestida de preescolar, y su amigo Carlos, el oso también vestido de escolar. Los dos amigos se encontraban entusiasmados en la puerta de la casa de Carla, listos para una nueva aventura.
"¡Hola, Carlos!", gritó Carla con entusiasmo. "¿Estás listo para explorar hoy?"
"¡Sí!", respondió Carlos, sonriendo. "Ayer escuché a los pájaros decir que en la montaña de pastel de fresa hay algo especial. Vamos por eso primero!"
Con sus mochilas llenas de galletitas de jengibre, los dos amigos partieron hacia la montaña. Era un espectáculo ver aquel paisaje lleno de colores; las montañas parecían recién horneadas, y el aroma del dulce envolvía el aire.
Cuando llegaron a la cima, notaron que había un pequeño túnel que parecía llevar a un lugar secreto.
"¿Entramos?", preguntó Carla.
"Sí, ¡es como un mundo de fantasía!", dijo Carlos con los ojos brillando de emoción.
Los dos amigos se miraron y, sin pensarlo dos veces, entraron por el túnel. Del otro lado, se encontraron en un hermoso jardín lleno de flores que hablaban.
"¡Hola, pequeños amigos!", dijeron las flores en coro. "Bienvenidos al Jardín de los Sueños".
"¿Un jardín de sueños?", preguntó Carla.
"Sí", respondió una flor roja. "Aquí los sueños se hacen realidad, pero hay que compartir lo que queremos, ¡así se multiplican las maravillas!"
Carlos y Carla se miraron intrigados.
"¿Qué te gustaría soñar, Carla?", preguntó Carlos.
"Me gustaría... tener una fiesta enorme con todos nuestros amigos, ¡y mucha música!", dijo ella emocionada.
"¡Yo quiero hacer una competencia de baile!", agregó Carlos.
Apenas lo dijeron, las flores empezaron a vibrar y a girar, creando una atmósfera festiva. Pero, de repente, una nube oscura apareció sobre el jardín.
"¡Oh no!", exclamó una de las flores. "Es la Nube del Egoísmo. Si no compartimos nuestras ideas, ¡todo se va a marchitar!"
Carlos, asustado, miró a Carla.
"¿Qué hacemos?"
"¡Debemos pensar en otras ideas y compartirlas!", respondió Carla.
Entonces, comenzaron a compartir ideas con las flores. Hablaron de qué juegos jugarían, de cómo invitarían a todos, y hasta qué tipo de música les gustaría a sus amigos. La nube empezó a desvanecerse.
"¡Eso es!", exclamó una flor amarilla. "Mientras más compartan, más felices serán".
A medida que compartían y se ríen, la nube oscura desapareció por completo, revelando un arcoíris brillante.
"¡Miren!", dijo Carlos. "Hicimos desaparecer la nube solo con compartir lo que soñamos".
"¡Sí!", animó Carla. "La amistad y compartir son lo más poderoso".
Las flores, agradecidas, los invitaron a su fiesta mágica, donde todos los animales del prado llegaron. Bailaron, comieron galletitas de jengibre y disfrutaron de la compañía.
Cuando el sol empezó a esconderse, Carla y Carlos regresaron a su casa.
"Fue una gran aventura, ¿verdad?", comentó Andrés, el amigo pájaro que había llegado volando.
"Sí, ¡y aprendimos algo importante!", agregó Carla.
—"Exacto" , concluyó Carlos. "Compartir y soñar es lo mejor que podemos hacer juntos".
Y así, con sus corazones llenos de alegría y muchas nuevas ideas, Carla y Carlos cerraron los ojos y comenzaron a soñar con su próxima aventura en la praderita mágica.
FIN.