La Aventura de Casado y el Susto Musical
En un bullicioso barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Casado. Era un chico curioso y alegre, siempre explorando el mundo con una sonrisa. Un día, mientras paseaba por la plaza central, escuchó una melodía vibrante que provenía del barrio.
"¡Qué bonita canción!" - exclamó Casado, acercándose para averiguar de dónde venía.
Al llegar, se encontró con un grupo de niños tocando instrumentos y cantando en medio de una fiesta. Pero también notó que todo el mundo tenía una expresión extraña en sus rostros: estaban muy asustados.
"¿Qué pasa?" - preguntó Casado, frunciendo el ceño.
"Una bocina suena desde la cima de ese árbol gigante, y parece aterradora" - respondió una niña con cejas fruncidas, que parecía la más asustada del grupo.
Casado sintió un cosquilleo de valentía en su estómago.
"¡Vamos a investigar! Quizás no sea tan aterrador como parece."
Los niños lo miraron sorprendidos.
"¡Pero hay un susto escondido!" - dijo uno de los chicos, temblando un poco.
Aún así, la curiosidad de Casado era más fuerte. Se acercó al árbol y, al mirar hacia arriba, vio una gran bocina roja colocada entre las ramas más altas. La bocina emitía un sonido fuerte ¿y gracioso? mientras los zanahorias de su amigo Roberto, que trataban de asustar con su voz de bocina.
"No es un monstruo, es sólo una bocina. ¡No hay de qué tener miedo!" - dijo Casado con confianza.
Los niños se miraron entre sí, dudosos, pero la determinación de Casado los inspiró. Decidieron reunirse y formar un plan.
"¿Y si hacemos una canción para que la bocina se baje del árbol?" - sugirió la niña con cejas enojadas.
Casado asintió con entusiasmo.
"¡Sí! ¡Cantar es la mejor manera de deshacernos del miedo!"
Y así, los niños comenzaron a crear una canción. Juntos, rimas y melodías, llenaron el aire de alegría. La ceja de la niña se fue suavizando y su voz se unió a la de los demás.
"Esa bocina no asusta más, con esta canción se va a quedar..." - cantaban, riéndose mientras organizaban el coro.
De repente, el árbol comenzó a temblar y, para sorpresa de todos, la bocina descendió lentamente, dejándose caer hasta el suelo.
"¡Lo logramos!" - gritó Casado, todo emocionado.
"¡No era un monstruo!" - afirmó la niña, ahora con una sonrisa amplia.
Con la bocina en el suelo, a nadie le daba miedo y decidieron convertirla en parte de su nueva banda. La fiesta continuó, y Casado se volvió un héroe del barrio por su valentía y creatividad.
Así, cada vez que la bocina sonaba, ahora sonaba acompañada de risas y canciones, y los niños recordaban lo que habían aprendido: a no dejarse llevar por el miedo y a encontrar la música en cada situación.
Casado, con su espíritu aventurero, mostró a todos que los sustos a veces son sólo una oportunidad de hacer algo increíble, y que juntos pueden convertir cualquier miedo en una bonita canción.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.