La Aventura de Chile Cahuinero
Érase una vez en un pequeño pueblo en el sur de Chile, donde un simpático perro llamado Chile se hacía querer por todos. Chile no era un perro cualquiera; había nacido con una habilidad especial: ¡tenía un olfato increíble! Era capaz de encontrar cosas que otros no podían, desde juguetes perdidos hasta frutas frescas en el mercado. Su mejor amiga, una niña llamada María, le decía:
"¡Chile, sos el perro más inteligente del mundo!"
"¡Y vos sos la mejor amiga que un perro podría tener!" contestaba Chile moviendo la cola con entusiasmo.
Un día, mientras jugaban en el parque, escucharon a unos niños del barrio llorando. María se acercó preocupada y le preguntó a Chile:
"¿Qué creés que les pasa, Chile?"
"Quizás perdieron algo importante, debemos ayudarlos" le respondió el perro.
Así que María y Chile corrieron hasta donde estaban los niños. Al llegar, les preguntaron qué ocurría. Uno de los niños, Tomás, les explicó:
"Hemos perdido nuestra pelota de fútbol. Pasó una ardilla y la llevó a algún lado. Sin ella no podemos jugar."
María pensó por un momento y miró a Chile.
"Creo que Chile puede ayudarte a encontrarla, ¿verdad?"
"¡Sí! ¡Vamos a buscarla juntos!" ladró Chile alegremente.
Chile se tumbó en el suelo y empezó a oler por todos lados, buscando la pista de la ardilla. Después de un rato, hizo un movimiento enérgico y empezó a correr hacia el bosque cercano. María y los niños lo siguieron, llenos de esperanza.
Mientras corrían, descubrieron un lugar mágico lleno de árboles altos y flores de colores. Cuando llegaron al centro del bosque, Chile se detuvo. Se había olfateado algo raro. Los niños estaban emocionados:
"¿Encontraste algo, Chile?"
"¡Sí! ¡Sigo el olor!" ladró Chile mientras corría de nuevo.
De repente, aparecieron dos ardillas. Una de ellas tenía la pelota de fútbol entre sus pequeñas patas. Los niños gritaron:
"¡Esa es nuestra pelota!"
"Sí, se la llevó ella" dijo Tomás, triste.
Chile tuvo una idea genial. Se acercó a las ardillas y, con un ladrido amigable, les dijo:
"Hola amiga ardilla, ¿podrías devolvernos la pelota, por favor?"
"¡Pero yo la encuentro divertida!" respondió la ardilla, tambaleándose.
"Entendemos, pero necesitamos jugar con nuestros amigos. ¿Qué tal si jugamos juntos?" propuso Chile.
Las ardillas se miraron, sorprendidas.
"¿Jugar? ¿Con ustedes?"
"¡Sí! Podemos enseñarte a jugar al fútbol", dijo María, entusiasmada.
"Eso suena divertido" aceptó la ardilla.
Entonces, todos se unieron y comenzaron a jugar. Argentina, la otra ardilla, fue la arquera, mientras que Chile y los niños pateaban la pelota, riendo y disfrutando del juego. Después de un rato, se dieron cuenta de que, aunque era solo un juego, habían hecho nuevos amigos.
Finalmente, las ardillas devolvieron la pelota.
"¡Gracias por la diversión!" dijo la ardilla.
"¡Y gracias por la pelota! ¡Nos vemos de nuevo!" contestó María.
Chile y los niños regresaron al pueblo, felices de haber ayudado y hecho nuevos amigos. Al llegar, Tomás sonrió y le dijo a Chile:
"Eres un verdadero héroe, Chile. No solo encontraste la pelota, sino que también hiciste felices a todos."
Y así, Chile dejó una huella en el corazón de todos, demostrando que la amistad y la solidaridad son lo más importante. Desde ese día, inspirados por Chile, los niños del pueblo decidieron ayudar a otros siempre que pudieran.
María miró a Chile y le dijo:
"¡No solo eres un perro increíble, sos un verdadero cahuinero!"
"¡Eso es! Un cahuinero con amigos bohemios y un gran corazón" ladró Chile mientras todos reían.
Y así, ese verano, el pueblo aprendió que ayudar a los demás podía traerles no solo felicidad, sino también nuevas amistades y aventuras que recordarían durante toda su vida.
FIN.