La Aventura de Chispitas en Fuentes Blancas
Era un soleado día de primavera cuando Chispitas, una ardilla curiosa y juguetona, decidió aventurarse fuera de su hogar en un frondoso árbol. Desde su rama, había visto un lugar mágico al que nunca había ido antes: el colegio Fuentes Blancas, rodeado de campos verdes y flores de todos los colores. La curiosidad de Chispitas no tenía límites, así que se lanzó a la aventura.
Al llegar, Chispitas se escondió tras una flor gigante y observó cómo los niños jugaban y aprendían. Justo en ese momento, escuchó a una niña llamando a su amigo:
"¡Santi, mirá cuántas mariposas hay! ¡Vamos a atraparlas!"
"No, Sofi, mejor vamos a hacer un dibujo de ellas. ¡Así podemos compartirlo con el resto de la clase!"
Chispitas se emocionó al escuchar eso. "¡Qué buena idea!" - pensó. Mientras tanto, con un salto ágil, decidió acercarse un poco más.
Cuando los niños se dispersaron para jugar, Chispitas se aventuró y se subió al borde de un escritorio en el salón de clases. Allí, descubrió unos lápices coloridos y un cuaderno en el que varios niños estaban dibujando mariposas y plantas. Chispitas, con su pequeño cuerpo animal, no pudo resistir la tentación de hacer su propio dibujo. Con una hoja que se había caído, hizo un pequeño garabato de una mariposa.
De repente, Sofi entra al aula y queda sorprendida al ver a Chispitas.
"¡Mirá, Santi! ¡Una ardilla en nuestra clase!"
"¡No puede ser!" - agregó Santi mientras se acercaba.
Los niños comenzaron a reír y a aplaudir emocionados. Chispitas, un poco asustada, intentó esconderse detrás de la hoja, pero no pudo evitar sonreír con su pequeña sonrisa ardilluna.
Entonces, el maestro, el señor Pérez, entró al aula y se quedó boquiabierto al ver a la pequeña ardilla.
"¡Vaya, parece que tenemos una nueva estudiante!"
Aquel comentario hizo que todos rieran. El maestro decidió que Chispitas podría participar en un proyecto especial sobre la vida silvestre. Así que les propuso a los niños que se dividirán en grupos para aprender juntos sobre los animales del campo.
"Chicos, ¿qué les parece si le preguntamos a Chispitas sobre su vida en el bosque?"
"¡Sí! ¡Que venga a contarnos!" - gritaron todos al unísono.
Chispitas, aunque un poco tímida al principio, aceptó la invitación y comenzó a contarles sus aventuras. Con cada palabra, hizo que los ojos de los niños brillaran de emoción.
"En mi árbol vivo con mi familia, saltamos de rama en rama y jugamos todo el día. Pero también recolectamos nueces y semillas para el invierno. ¡Es muy divertido!"
Los niños quedaron fascinados. Pero, en medio de la charla, Chispitas notó que algunos niños se veían un poco tristes.
"¿Por qué están tan callados?"
"Es que mañana es el día de la presentación del proyecto y no sabemos mucho sobre los animales. No queremos decepcionarte, Chispitas" - respondió Sofi nerviosa.
Chispitas pensó rápidamente y tuvo una idea.
"¡Puedo ayudarles! Les puedo contar más sobre los animales y lo que he aprendido. Pero necesito que me ayuden también a hacer una presentación divertida"
Así, durante la semana, Chispitas se convirtió en la profesora de los niños. Juntos, dibujaron grandes carteles, aprendieron canciones sobre la naturaleza y hasta ensayaron una obra de teatro donde representaban a diferentes animales del campo.
El día de la presentación llegó y Chispitas estaba emocionada. En el auditorio, los padres y otros docentes aplaudieron mientras los niños presentaban su trabajo.
"¡Aquí está la señora Ardilla!"
"¡Soy Chispitas! ¡y hoy les hablaré sobre la importancia de cuidar nuestro entorno!"
La presentación fue un éxito rotundo. Todos aprendieron a valorar la naturaleza y las vidas de los pequeños animales que la habitan.
Al terminar, el señor Pérez, con orgullo, dijo:
"Hoy aprendimos que la amistad y el trabajo en equipo nos llevan lejos. Todos podemos ser valientes y aprender de quienes nos rodean, incluso de una ardilla como Chispitas!"
Chispitas se sintió muy feliz y agradecida, y al terminar la jornada, los niños le dieron una gran ovación. Chispitas prometió volver a visitarlos pronto.
Con una sonrisa en su rostro y el corazón lleno de alegría, Chispitas regresó a su árbol, donde no solo había hecho amigos, sino que también había aprendido que compartir su historia podía inspirar a otros. Desde ese día, siguió viviendo sus aventuras, pero siempre pensando en los niños de Fuentes Blancas y en la importancia de proteger su hogar en el árbol y en el campo.
Y así, en cada primavera, Chispitas visitaba el colegio, trayendo consigo nuevas historias y enseñanzas para los niños.
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FIN.