La Aventura de Clara y las Verduras Mágicas



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y prados verdes, vivía una niña llamada Clara. Clara era conocida por su hermoso vestido azul que siempre llevaba puesto. Sin embargo, había algo que a Clara no le gustaba en absoluto: ¡las verduras! Cada vez que su mamá le servía brócoli, zanahorias o espinacas, ¡ella hacía una mueca y se negaba a comerlas!

Un día, mientras jugaba en el jardín, Clara encontró un pequeño jardín oculto detrás de un arbusto. Al acercarse, vio que estaba lleno de verduras brillantes, que parecían conversar entre sí. Cuando Clara se asomó, las verduras, sorprendidas de ver a una niña, le hablaron:

"¡Hola, Clara! Somos las verduras mágicas. Podemos hacer cosas increíbles si nos comes."

Clara, sorprendida, respondió:

"¿Verduras mágicas? ¡No puedo creerlo! Pero... no me gustan las verduras."

Las verduras se miraron entre sí y una zanahoria de color anaranjado, que se presentó como Rita, dijo:

"Pero Clara, si nos pruebas, podrías descubrir que somos deliciosas y llenas de sorpresas. ¡Incluso podemos hacerte volar!"

Clara no estaba segura, pero su curiosidad la empujó a preguntar:

"¿Volando? ¿Cómo es eso posible?"

Rita, emocionada, explicó:

"Cada vez que comes una verdura, adquieres habilidades especiales. Por ejemplo, si comes espinacas, ¡te volverás fuerza pura! Y si comes brócoli, ¡tendrás una visión increíble!"

Clara reflexionó por un momento. Siempre había querido hacer cosas extraordinarias, pero su aversión a las verduras era más fuerte. Sin embargo, la idea de volar la tentaba. Así que, con mucho miedo pero también con un poco de emoción, Clara decidió probar una pequeña hoja de espinaca.

"Está bien, solo un bocado. ¡Pero si no me gusta, no me obliguen a comer más!"

Las verduras asintieron emocionadas.

Clara dio un pequeño mordisco y, para su sorpresa, la espinaca no solo era rica, sino que además, ¡la hizo sentir fuerte! Su energía creció y comenzó a correr por el jardín.

"Wow, ¡es increíble! Me siento llena de energía. ¿Qué más puedo probar?"

Las verduras rieron de alegría y le ofrecieron probar el brócoli.

"Solo un bocado, ¡prometemos que será divertido!"

Clara volvió a morder, esta vez del brócoli, y en un instante se sintió más ligera y ágil. Sintió que tenía la habilidad de saltar tan alto como los árboles.

"¡Esto es genial! ¿Puedo seguir probando?"

"¡Por supuesto! ¡Hay tantas verduras por descubrir!"

Así fue como Clara comenzó a hacer un recorrido en el jardín mágico. Probaron tomates, pimientos, y cada uno le daba una habilidad nueva. Pero mientras exploraban, Clara se dio cuenta de que estaba empezando a disfrutar de las verduras.

"Nunca pensé que esto podía ser tan divertido. ¿Por qué no las probé antes?"

Rita, contenta, le respondió:

"A veces, tenemos miedo a lo desconocido. Pero cuando te animas a probar cosas nuevas, ¡puedes descubrir maravillas!"

Clara sonrió y decidió que, desde ese momento, iba a dejar de lado sus miedos. Regresó a casa esa noche con una nueva actitud hacia las verduras. Cuando su mamá le sirvió brócoli y zanahorias, Clara sonrió y exclamó:

"¡Mamá, me gustaría probarlas! ¡Sé que son mágicas!"

Su mamá se sorprendió, pero también se alegró, y enseguida sirvió un plato lleno de color.

Clara nunca olvidó su aventura en el jardín mágico y, desde entonces, hizo un esfuerzo por comer verduras todos los días. No solo se sentía más fuerte y más ágil, ¡sino que también disfrutaba de sus comidas!

Y así, la niña con el vestido azul, se convirtió en la mejor amiga de las verduras, y, además, siempre contaba a todos en el pueblo la historia de cómo había aprendido a quererlas gracias a su aventura mágica.

FIN.

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