La Aventura de Conztanza
Era una mañana nublada en el pequeño pueblo de Villa Sombría. La escuela primaria del lugar, conocida como la Escuela de Terror, no siempre había tenido su nombre aterrador. Pero como todo cambio en el mundo, la historia de sus aulas también se había transformado con el tiempo.
La maestra Conztanza, una mujer amable y divertida que siempre traía sorpresas a sus clases, era nueva en la escuela. Todos los niños estaban ansiosos por conocerla, pero también tenían miedo de lo que podría suceder. Es que en esa escuela, se decía que había fantasmas que se aparecían en las noches.
El primer día de clases, Conztanza entró al aula con una gran sonrisa y un sombrero de mago.
"¡Hola, chicos! Soy su maestra Conztanza, y hoy vamos a aprender sobre magia. ¿Quién quiere ver un truco?"
Los niños, que en un principio temían a su nueva docente, se miraron unos a otros y le gritaron al unísono:
"¡Yo, yo!"
Conztanza comenzó a sacar objetos de su sombrero, como pañuelos de colores y pelotas que hacían ruido.
"La magia es un arte que todos podemos aprender. No hay que tener miedo a lo desconocido, solo hay que explorarlo. ¿Quién quiere ayudarme con un truco?"
A medida que los niños se acercaban, el ambiente se cargaba de entusiasmo y curiosidad. Sin embargo, había uno que no se atrevía a acercarse: Mateo, un niño que siempre se sentaba en la última fila, con una capucha que le cubría la cabeza.
Conztanza, al notar que Mateo no participaba, le preguntó:
"Mateo, ¿por qué no vienes? La magia no muerde, yo prometo que todo estará bien."
El niño la miró desde su rincón.
"Es que... he oído historias sobre esta escuela. Dicen que hay fantasmas. No quiero que me asusten."
Conztanza, sonriendo, le respondió:
"Las historias son solo eso, historias. Pero, ¿qué te parece si hacemos un trato? Si hoy me ayudas con un truco, te prometo que al final del día resolveremos el misterio de los fantasmas juntos. ¿Te animas?"
Mateo pensó por un momento, y finalmente asintió con la cabeza.
"Está bien, intentaré."
A medida que avanzaba la clase, Conztanza enseñó a los niños cómo hacer magia con lápices y hojas de papel. Todos se divirtieron mucho, y Mateo empezó a sentirse más cómodo.
"¡Mirá, lo estoy haciendo!"
Cuando la jornada escolar llegó a su fin, Conztanza llevó a los niños a explorar el sótano de la escuela, donde muchos decían que era el lugar más aterrador.
"Aquí es donde vamos a descubrir la verdad sobre los fantasmas. No hay que tener miedo, solo curiosidad."
Con cada paso, el corazón de Mateo latía más rápido, pero Conztanza lo animó.
"Recuerda, la curiosidad nos puede llevar a lugares increíbles."
Al bajar, encontraron un viejo armario cubierto de polvo.
"¿Qué habrá aquí?"
Con un gesto mágico, Conztanza hizo que el armario se abriera.
"¡Sorpresa!"
Dentro del armario había un montón de disfraces y accesorios de teatro.
"Estos son los 'fantasmas' de la escuela; son solo los trajes de las obras escolares. ¡Siempre vinieron a visitar a los niños!"
Los niños comenzaron a reír y a probarse los disfraces.
Mateo, al ver que no había nada de qué asustarse, exclamó:
"Yo quiero ser un fantasma!"
Conztanza sonrió.
"Y eso es lo maravilloso de conocer. A veces lo que tememos solo necesita ser explorado. ¿Aprendieron algo hoy?"
Todos gritaban al unísono:
"¡Sí!"
Desde aquel día, la Escuela de Terror dejó de ser un lugar temido y se transformó en un sitio lleno de risas, creatividad y magia. Conztanza seguía enseñando nuevas y emocionantes lecciones sobre explorar lo desconocido, y Mateo se convirtió en uno de los niños más intrépidos de la escuela.
Así, Villa Sombría se llenó de luz, en lugar del miedo que había dominado durante tanto tiempo.
"A veces, lo que más tememos puede resultar ser la aventura de nuestras vidas," decía siempre Conztanza sonriente al final de cada clase.
FIN.