La Aventura de Coti y Coqui
En una hermosa isla del Caribe, donde el sol brilla todo el año y las playas son de un azul profundo, vivía una cotorra llamada Coti. Coti era una cotorra puertorriqueña muy especial, con plumas verdes que reflejaban los colores de la bandera de Puerto Rico: rojo, blanco y azul. Siempre soñaba con viajar y conocer los diferentes rincones de su isla.
Un día, mientras Coti volaba sobre el bosque, escuchó un canto melodioso que provenía de un árbol cercano. Curiosa, decidió investigar. Cuando se acercó, vio a un pequeño coquí cantando.
- ¡Hola! Soy Coquí, el rey de los cantantes de la isla - dijo el coquí con una sonrisa radiante.
- ¡Hola, Coquí! Soy Coti, la cotorra. Tu canto es maravilloso - respondió la cotorra, emocionada.
Coti y Coquí se hicieron amigos rápidamente, y Coti le contó a Coquí sobre su sueño de viajar por Puerto Rico.
- ¿Te gustaría que te muestre algunos lugares increíbles? - le propuso Coquí.
- ¡Sí, por favor! - exclamó Coti con entusiasmo.
Así comenzó su aventura. Primero, llegaron a El Yunque, la majestuosa selva tropical. Allí, Coti voló alto entre los árboles, y Coquí saltó de una rama a otra.
- ¡Mirá Coti! - gritó Coquí, señalando una cascada espectacular. - Es un lugar mágico.
- ¡Es maravilloso! - dijo Coti, deslumbrada por la belleza del lugar.
Después, decidieron visitar la playa de Luquillo, donde el agua se veía tan clara que parecía un espejo.
- Ven, Coquí, hagamos un castillo de arena - sugirió Coti, emocionada.
- ¡Gran idea! - respondió Coquí, mientras comenzaban a jugar y construir un gran castillo.
Mientras jugaban, notaron que algunos turistas se acercaban a admirar su obra maestra.
- ¡Miren qué lindo es! - dijo uno de los turistas, tomando fotos.
- ¡Sigue soñando, Coti! - le dijo Coquí. - Tu creatividad siempre va a brillar.
Sin embargo, no todo fue diversión. Al día siguiente, mientras volaban hacia la playa de Rincon, vieron una nube oscura acercándose rápidamente.
- ¿Qué es eso, Coquí? - preguntó Coti, sintiendo una pequeña punzada de miedo.
- Es una tormenta. ¡Tenemos que buscar refugio! - respondió Coquí, volando rápidamente. Ambos encontraron un lugar seguro bajo un gran árbol.
Mientras esperaban a que pasara la tormenta, Coti se sintió triste.
- Tal vez no deberíamos haber salido. La naturaleza puede ser muy peligrosa - dijo Coti con tristeza.
- No, amiga - respondió Coquí, con voz suave. - A veces la naturaleza es impredecible, pero así es la vida. Lo importante es ser valiente y aprender a adaptarse.
Cuando la tormenta pasó, decidieron seguir su camino. Al llegar a Rincon, el espectáculo del atardecer era aún más hermoso que antes.
- Mirá esos colores - dijo Coti, maravillada. - ¡Es un regalo de la naturaleza!
- Sí, y hemos aprendido a disfrutar de cada aventura, incluso cuando hay obstáculos - aseguró Coquí.
Después de varios días de exploración, Coti y Coquí regresaron al bosque donde se conocieron. Ambos se sentían felices y agradecidos por todo lo que habían vivido.
- ¿Qué harás ahora, Coti? - le preguntó Coquí.
- Quiero contarle a todos sobre nuestras aventuras y lo que aprendí. La belleza de nuestra isla es impresionante, ¡y los desafíos también nos hacen fuertes! - respondió Coti con una chispa en sus ojos.
- ¡Esa es la actitud! - dijo Coquí, emocionado.
Coti decidió organizar una gran fiesta en el bosque. Invitó a todos los animales de la isla: iguanas, sapos, y también, por supuesto, a sus nuevos amigos humanos. Juntos, compartieron historias, risas y canciones.
- ¡Vamos a cantar! - propuso Coquí, y todos se unieron al canto.
Cuando la fiesta terminó, Coti miró a su alrededor, sintiendo una gran alegría en su corazón. Había aprendido que la vida está llena de aventuras, desafíos y personas (o animales) que se convierten en amigos para siempre.
Desde ese día, Coti siguió viviendo en el bosque, pero no dejó de compartir sus historias y aventuras con todos, recordando que viajar por el mundo empieza también por aprender a amar el lugar donde uno vive.
Así, bajo la bandera de Puerto Rico, la historia de Coti y Coquí se convirtió en leyenda, inspirando a otros a buscar su propio camino por la hermosa isla.
- Fin -
FIN.