La Aventura de Crecer



Era un hermoso día de primavera en el Jardín de Infantes "Pequeños Soñadores", donde Julieta, una niña curiosa y soñadora, jugaba con sus amigos. Julieta había pasado por diferentes etapas en su jardín, desde la Sala Cuna Mayor, donde aprendió a explorar el mundo, hasta Medio Menor, donde empezó a compartir y cooperar con sus compañeros. Ahora, en Medio Mayor, estaba lista para vivir nuevas aventuras.

Un día, mientras jugaban en el patio, Julieta dijo:

"¡Miren qué flores tan hermosas han crecido!"

Sus amigos, Tomás y Sofía, se acercaron para admirarlas.

"Son como nosotros, han crecido mucho", dijo Tomás.

Sofía hizo una pausa y dijo:

"Sí, al igual que nosotros, que hemos crecido desde la Sala Cuna. ¿Se acuerdan de cómo jugábamos en la casita?"

Los tres empezaron a recordar.

"¡Sí! A veces me caía y lloraba. Pero siempre me ayudaban!" recordó Julieta.

"¡Y a veces hacíamos ruido con las ollas!" rió Tomás.

Justo entonces, la maestra Ana apareció con una caja.

"¡Hola, chic@s! Tengo una sorpresa para ustedes. Vamos a aprender sobre las plantas y cómo crecen. "

Julieta se emocionó. Recordaba que le encantaba plantar semillas en sala cuna, pero ahora eso sería aún más divertido.

"¿Podemos plantar nuestras propias flores?" preguntó.

La maestra Ana sonrió.

"¡Exactamente! Ustedes elegirán las semillas y se encargarán de cuidarlas. ¡Pero tienen que prometérmelo!".

Los niños, entusiasmados, afirmaron con la cabeza.

"¡Lo prometemos!" dijeron al unísono.

Esa tarde, eligieron semillas en un pequeño vivero de la escuela. Julieta eligió girasoles, Tomás eligió margaritas y Sofía seleccionó claveles. Con cada semilla, recordaron cómo habían crecido en cada etapa de la sala cuna y medio menor.

Con el tiempo, cada día regaban, hablaban con sus plantas e incluso les contaban historias. Pero un día, Julieta notó que sus girasoles no parecían crecer tan rápido como las margaritas de Tomás.

"¿Por qué mis girasoles no crecen igual que los de Tomás?" se preguntó, un poco desconcertada.

Tomás se acercó a ella.

"Quizás necesitan más sol. ¡Vamos a mover tu maceta!" sugirió.

Sin embargo, al mover la maceta, un pequeño viento fuerte hizo que una de las hojas de la planta de Julieta se rompiera.

"¡No! Mi girasol..." lloró Julieta.

"No te preocupes, Julieta. A veces, las plantas también tienen pequeños accidentes. Solo debemos cuidar más de ella" dijo Sofía.

Las palabras de Sofía le hicieron sentir un poco mejor. Julieta decidió cuidar aún más su planta. Observó cómo los demás cuidaban las suyas y aprendió a ser paciente y a no rendirse.

Pasaron los días, y, gracias a los cuidados, el girasol de Julieta empezó a crecer más fuerte. Cuando finalmente floreó, ella gritó de alegría:

"¡Miren, miren! ¡Mi girasol ha florecido!"

Tomás y Sofía aplaudieron.

"¡Lo lograste, Julieta!"

"Sí, ¡bárbaro! ¡Es un girasol gigante!" añadió Tomás.

La maestra Ana se unió al festejo:

"Estoy muy orgullosa de ustedes. Cada uno ha hecho un gran trabajo cuidando sus plantas y aprendiendo a ser responsables. Recuerden, en la vida también hay momentos difíciles, pero siempre hay que seguir adelante y aprender de cada experiencia."

Por la noche, mientras se preparaba para dormir, Julieta miró hacia su ventana y vio su girasol iluminado por la luz de la luna. Pensó en todas las etapas que había atravesado en el Jardín y sonrió. Sabía que estaba creciendo, no solo como niña, sino también como amiga, compañera y aprendiz.

"Gracias, girasol. ¡Me has enseñado tanto!", murmuró con dulzura.

Así, Julieta entendió que cada estación en su jardín era una parte importante de su crecimiento y que, al igual que las plantas, ella también florecería en su tiempo, con amor, cuidado y paciencia. Y con eso, se quedó dormida, soñando con futuras aventuras junto a sus amigos en su querido Jardín de Infantes.

FIN.

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