La Aventura de Daniel y Lidia en la Verdulería de Bauti



Era una hermosa mañana en el barrio de Villa Esperanza. Daniel y Lidia, dos amigos inseparables, estaban muy emocionados porque habían planeado un gran día de aventuras. "Hoy vamos a hacer algo diferente", le dijo Daniel a Lidia, mientras miraban por la ventana de su escuela. "¿Qué tal si vamos a la verdulería de Bauti y le ayudamos?". Lidia sonrió y respondió: "¡Sí! Nunca hemos ayudado a Bauti y siempre tiene tantas frutas y verduras deliciosas. ¡Vamos!".

Cuando llegaron a la verdulería, se encontraron con Bauti, un amable hombre de mediana edad, que siempre tenía una sonrisa en su rostro. "¡Hola, chicos! ¿Quieren ayudarme hoy?", preguntó Bauti con entusiasmo.

"¡Sí!", exclamaron Daniel y Lidia al unísono.

Bauti les explicó que tenía que preparar la verdulería para una gran venta de frutas y verduras frescas, y necesitaba ayuda para clasificar todo. Juntos comenzaron a trabajar; Daniel se encargó de las frutas mientras que Lidia se ocupó de las verduras.

"¿Sabías que las frutas y verduras tienen superpoderes?" dijo Lidia mientras colocaba zanahorias en una caja.

"¿De verdad?", preguntó Daniel, intrigado.

"Sí, claro! Las frutas nos dan energía, y las verduras son buenas para que nuestra cabeza funcione mejor. ¡Es como si comiéramos poder!", explicó Lidia entusiasmada.

Mientras ordenaban, encontraron una sandía gigante que estaba un poco pasada de agua. Bauti se acercó y les dijo:

"Chicos, creo que esta sandía no se va a vender. Pero no la podemos tirar. ¿Qué harán ustedes?".

"Podríamos hacer un concurso", sugirió Daniel.

"¿Un concurso? ¿De qué?", preguntó Lidia, intrigada.

"Un concurso de hacer la mejor ensalada de frutas. ¡Así aprovechamos esa sandía!", propuso Daniel.

"¡Me encanta la idea!", dijo Lidia con los ojos brillantes. Bauti accedió y les dio permiso para usar la sandía y otras frutas para su concurso.

Los tres se pusieron manos a la obra. Lidia cortó la sandía, mientras que Daniel elegía las frutas más coloridas. Pensaron en un nombre para su ensalada. "¡Ya sé! La ensalada de la amistad!", exclamó Lidia.

Pasaron el rato riendo y trabajando en equipo. Pero cuando estaban a punto de terminar, una nube oscura cubrió el cielo. Daniel miró por la ventana y dijo:

"Oh no, parece que va a llover fuerte. ¿Qué hacemos?".

Bauti, que estaba escuchando, dijo:

"No se preocupen, chicos. Pueden traer la ensalada aquí y la degustamos juntos mientras pasa la lluvia. ¡Será una fiesta!".

Rápidamente, llevaron la ensalada adentro y la decoraron con unas hojas de menta que encontraron. Cuando la lluvia comenzó a caer, Bauti les hizo un té caliente y compartieron su creación.

"¡Este es el mejor plan!", dijo Lidia mientras disfrutaba de la ensalada.

"Sí, me encanta pasar tiempo con ustedes dos", respondió Bauti, satisfecho.

De pronto, la lluvia comenzó a parar y un hermoso arcoíris apareció en el cielo. Daniel miró por la ventana, maravillado.

"¡Miren! Es como un regalo por haber trabajado juntos", exclamó.

Lidia sonrió y contestó:

"Y además, aprendimos que siempre se pueden utilizar las cosas que parecen malas. Esa sandía no se iba a vender, pero ahora nos dio una gran alegría".

Bauti asintió y agregó:

"Así es, chicos. A veces, lo que parece un problema puede convertirse en una gran oportunidad. Siempre hay que mirar el lado positivo".

Poco a poco, la lluvia dejó de caer y el sol salió de nuevo, iluminando la verdulería. Daniel, Lidia y Bauti decidieron salir y disfrutar del clima después de la tormenta.

"Hoy fue un día increíble", dijo Lidia mientras caminaban por la calle.

"No solo ayudamos a Bauti, sino que aprendimos algo valioso también", agregó Daniel.

Y así, los tres amigos continuaron disfrutando de su día, felices de haber transformado un desafío en una hermosa experiencia. Desde entonces, cada vez que pasaban por la verdulería, recordaban ese concurso de ensaladas y la lluvia que les enseñó a trabajar en equipo y a ver las cosas desde una nueva perspectiva. Fin.

FIN.

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