La Aventura de Daniela



En un pequeño pueblo de Colombia, vivía una joven llamada Daniela. Era conocida por su elegancia y su belleza. Alta y simpática, trabajaba en la gobernación del pueblo, pero había un pequeño inconveniente: no le pagaban. Esto, sin embargo, no desanimaba a Daniela. Ella tenía un sueño: irse a Australia, un país lleno de oportunidades donde podría brillar aún más.

Todos los fines de semana, trabajaba de mesera en un acogedor café del pueblo. Allí, entre risas y charlas con los clientes, juntaba los pesos que necesitaba para su pasaje.

-Un día, mientras servía un café, su mejor amiga, Sofía, se acercó preocupada.

"Daniela, no te vayas a Australia. ¡Allí hay canguros, serpientes y arañas!"-

"Pero Sofía, ¡es un lugar diferente!"- respondió Daniela con una sonrisa. "Quiero conocer el mundo, crecer y ayudar a mi familia."

Sofía no se conformó con esa respuesta y se acercó un poco más.

"Tu familia te necesita aquí. ¿Qué pasará si te vas?"- insistió.

"Ellos siempre querrán lo mejor para mí, y seré más útil si logro cambiar mi destino"- aseguró Daniela con confianza.

Los días pasaban y la pequeña comunidad apoyaba a Daniela en su objetivo. Le organizaban eventos y recaudaban fondos para ayudarle a cumplir su sueño. Un día, mientras ayudaba a organizar una feria, conoció a un anciano llamado Don Manuel, quien había viajado por el mundo.

"¿Sabes, joven?"- dijo Don Manuel mientras arreglaba unas flores. "No siempre los canguros son un peligro. La vida está llena de aventuras, y el miedo es solo un bloqueo. Si quieres ir a Australia, ¡ve!"-

"Pero, ¿y mi familia?"- preguntó Daniela.

"Cuando uno crece, se va volando. No temas, siempre podrás volver"- respondió el anciano con un guiño del ojo.

Inspirada por las palabras de Don Manuel, Daniela decidió habrir su mente y prepararse aún más. Llenó su tiempo con cursos de inglés y clases sobre la cultura australiana.

Una tarde, su hermano pequeño, Mateo, la encontró sentada haciendo las maletas.

"¿Te vas, hermana?"- preguntó con tristeza.

"Sí, Mateo, pero prometo que volveré con historias lindas y muchas cosas nuevas para compartir"- le contestó ella.

"¡Pero aquí también hay muchas cosas buenas!"- insistió.

"Tienes razón, pero quiero mostrar que si se lucha por los sueños, se pueden alcanzar"- le respondió.

Finalmente, llegó el gran día. La comunidad se reunió para despedir a Daniela, llena de alegría y un poco de tristeza.

"Siempre tendrás un hogar aquí"- dijo Sofía,

"Y traerás recuerdos que compartiremos"- sonrió Mateo.

"No olviden que una parte de mí quedará aquí, y otra parte volará lejos"- dijo Daniela mientras subía al avión con el corazón latiendo de emoción.

Al llegar a Australia, Daniela se enfrentó a nuevos desafíos, pero estaba lista. Con la confianza y la enseñanza de su pueblo en su corazón, se sumergió en la cultura, trabajó duro y hizo nuevas amistades. Aprendió a surfear, a cuidar el medio ambiente y a valorar aún más su familia.

Con el tiempo, Daniela logró lo que había soñado: regresó a Colombia con una historia emocionante y un mundo de ideas.

"Miren lo que traje para ustedes, y no solo son recuerdos; son lecciones de vida"- dijo al llegar, llena de alegría.

La comunidad, orgullosa de ella, la recibió con los brazos abiertos, sabiendo que a pesar de irse, había llevado consigo el amor y los valores que la hicieron quién era.

Ahora, Daniela era un puente entre culturas, enseñando a su pueblo que a veces hay que salir para volver, y que los miedos se transforman en oportunidades si uno se atreve a volar.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!